"España, escucha...", gritaban los venezolanos que se manifestaban ante el Congreso en la tarde del martes... según Sumar y Podemos, unos ultraderechistas. Era una llamada a la Madre Patria para que se enfrentara a Nicolás Maduro, un tirano vulgar pero peligroso, y para que España apoyara la legítima reivindicación de los venezolanos que quieren a Edmundo González, ganador de la últimas elecciones, como presidente de Venezuela y acabar con el Rëgimen bolivariano.

 

De entrada, no me gustó que el asilado Edmundo González no estuviera allí presente. De hecho, no me gusta Edmundo, aunque comprendo que, si sirve para derribar a Maduro, bienvenido sea. A mí quien me gusta es Corina Machado la mujer que, con muchas agallas, se ha quedado en Venezuela.

 

En cualquier caso, contemplar a la socialista Cristina Narbona, a quien conozco desde su estancia en el Banco Hipotecario, ridiculizar la moción del PP porque Edmundo no es "una varita mágica" contra la tiranía, la verdad es que me ha entristecido un poco. Esa no es la Narbona que yo conocí, sino una Cristina degenerada por el Sanchismo que, gracias a su lealtad canina a Sánchez aún mantiene la presidencia del partido y un escaño el Congreso.  

Y aún más preocupante resulta la euforia del PP tras haber conseguido que los diputados de PNV rompan el bloque de investidura y voten a favor de la moción del PP, provocando así el triste consuelo del fracaso de PSOE. 

Pero, hombre, señorito Feijóo, ¿es que ya no se acuerda de que, apenas semanas después de que el Gobierno Rajoy negociara el cupo con el PNV, este le traicionó y votó a favor de la moción de censura de Pedro Sánchez, expulsando así al PP de la Moncloa?. Señorito Feijóo: no acaricie a la serpiente, que le morderá.

Pero me quedó con la llamada de socorro a España de la buena gente de Venezuela. No es que la madre patria les vaya a auxiliar de otra forma que con su testimonio ni que, con el Sanchismo, la madre patria vaya a enfrentarse a Maduro. Todo lo contrario: con Sánchez la madre patria protege a Maduro

E insisto, a Maduro sólo se le echa por la fuerza. No esperen la creación de un gobierno venezolano en el exilio, en Madrid, protegido por España y bajo la presidencia de Edmundo González 

Ahora bien, todo lo que está ocurriendo es mucho y es poco. La solución para la degeneración hispanoamericana, y aún Filipinas, que también fue provincia, que no colonia, española, consiste en volver a la Hispanidad, la mayor gloria de España y una de las grandes realizaciones históricas de la humanidad. Pero lo malo es que esa Hispanidad no vaya a ser recreada por Sánchez, es que tampoco imagino a Feijóo en esa tarea y me cuesta mucho imaginar a Santiago Abascal, de quien más cabría esperarlo. Yo, al menos, nunca le he oído hablar de la Hispanidad al líder de Vox. Y debería.   

Pero, miren por dónde, los venezolanos continúan confiando en la madre patria, en España. No les defraudemos.