Trabajar menos y cobrar más es la reivindicación histórica de los sindicatos de clase que los comunistas de Podemos reorientaron hacia la semana de cuatro días. Se trata de conciliar la vida laboral y profesional, y de ser más feliz que una perdiz, naturalmente. Pero trabajar ocho horas de lunes a jueves y cobrar, no más sino lo mismo que si fuera hasta el viernes, destroza la productividad, aunque los camaradas podemitas digan lo contrario.

Descartada la primera opción, lo siguiente es trabajar menos por menos, pero eso tampoco tiene visos de prosperar. Telefónica ha sido la primera gran empresa española en probar la receta y el fracaso ha sido notable. Solo el 1% de los 18.000 empleados que tiene la compañía en España se ha apuntado a la iniciativa, según El País. Y eso que la teleco se comprometió a bonificar el sueldo un 20%, lo que equivaldría a pagar una hora no trabajada.

Trabajar menos por menos sueldo no funciona, y menos aún en el contexto actual con la inflación disparada y la amenaza de recesión asomando por la ventana. Lo único que funciona es cobrar más trabajando menos o, si fuera posible, cobrar mucho más trabajando mucho menos, preferiblemente nada. A eso se apuntaría todo el mundo, pero nadie podría pagarlo.

Lo que sí es posible es subir los sueldos sin aumentar las horas de trabajo. Solo habría que reducir las cuotas sociales, pero el Gobierno no quiere. Tampoco los sindicatos.