Como un adolescente, el tirano,
finge su dolor de enamorado,
en epistolar escrito a los ciudadanos.
Y se retira a pensar su dimisión,
por sentirse maltratado.
 
Mas como buen tirano,
sólo es un narciso cabreado;
que engaña a propios y extraños.
Y quiere tantear: de los propios,
quien en su trono desea relevarlo,
y de los extraños, amenazar
a los que no apoyan sus negocios y tratos.
 
Parodia o sainete, no sé cómo calificarlo.
Pero que nos ha tomado el pelo,
eso está meridianamente claro.
No quiere al pueblo, ni a su mujer,
ni a sus más allegados.
Sólo se quiere a él, como buen tirano.