“¡No tengan miedo!”, esa fue la frase que pronunció Juan Pablo II (hoy santo), tras ser elegido Papa en octubre de 1978
Hombre soy, a mi Dios entregado.
Cuánto acontece sucederme pueda,
todo, también, a él lo he donado.
¿Quién de él separarme puede?
¿La angustia, el dolor, la persecución,
el hambre; o acaso la desnudez,
la puñalada o la tribulación?
No tengo miedo, ni ningún temor.
En todas estas cosas venceré,
por aquel en cuyo amor estoy:
ni la vida, ni la muerte,
ni los principados, ni lo presente,
ni las potestades, ni lo futuro,
ni los ángeles, ni la altura,
ni ninguna de las criaturas;
su amor me dice: no temas, Soy Yo.
Cuánto acontece sucederme pueda,
todo, también, a él lo he donado.
¿Quién de él separarme puede?
¿La angustia, el dolor, la persecución,
el hambre; o acaso la desnudez,
la puñalada o la tribulación?
No tengo miedo, ni ningún temor.
En todas estas cosas venceré,
por aquel en cuyo amor estoy:
ni la vida, ni la muerte,
ni los principados, ni lo presente,
ni las potestades, ni lo futuro,
ni los ángeles, ni la altura,
ni ninguna de las criaturas;
su amor me dice: no temas, Soy Yo.