El ritmo de las olas nos sublima,
el viajar de las nubes por el cielo,
el caminar de los astros del firmamento.
Más, lo que el corazón humano camufla,
y de los sentimientos que cobija,
aquello más impenetrable,
como montaña inaccesible,
es el amor que en él se oculta.

Merecedores de muerte,
amados son por quien les dio la vida;
pomposos y estúpidos hombres,
en mujeres inteligentes,
desatadas pasiones encienden;
y hembras, sentinas de vicios,
y de cualquier virtud exentas,
atraen cual serpiente al ratoncillo,
a hombres de bondad henchidos.

¡Ah el amor! que lógica no tiene,
absurdo en apariencia,
incomprensible, ininteligible.
Sentimiento más puro no existe,
ni más noble, o bello;
ni símbolo que mejor exprese
la relación entre el Creador y el creado,
y entre el hombre y la mujer,
en abrazos, caricias y besos expresado.
Que dio al mundo, razón de su existencia,
y en él, la plena consumación se encuentra.

Del poemario inédito “Maimonides”