Dedicado a Olga Sukhenko alcaldesa de Motyzhyn, Ucrania,

                                                           y a los niños no nacidos

                                 

Delante del Ara, altar al que rodean
nueve ciclópeos monolitos de piedra,
doce troncos, como bandejas se encuentran.
Encima de cada uno, doce cabezas
los empapan de láminas sangrientas.
Es el templo del Sol, donde los druidas
a ese su dios, le ofrecen en sacrificio,
las cabezas cortadas de sus enemigos.

 

La batalla ha terminado, en tierra cristiana,
que invadida fue por huestes musulmanas.
En medio del campo de batalla se encuentran,
de los enemigos sus cabezas cortadas,
en dos montículos, como túmulos funerarios.
Sobre los infieles, su victoria los vencedores
celebran, bailan y levantan sus alfanjes
empapados de láminas sangrientas.

 

Ya no son sacrificios, sobre sagradas aras,
ni sobre troncos, las cabezas cortadas,
ni con alfanjes o espadas, cercenadas;
ahora se hace de forma más sofisticada:
se muestran por internet, y un cuchillo basta,
o en guerra moderna, una alcaldesa es decapitada.
Se dice que de “animales a dioses” hemos pasado,
y en el vientre de las madres, cabezas, seguimos cortando.