El amor,
verdadero y sincero,
es el que de riqueza es fuente,
de generosidad y caridad,
que abundante mana,
y corre como el agua del arroyo,
de los ríos, limpia y clara.

La guerra,
la miseria del mundo causa,
más no solo es aquella que la muerte
del cuerpo produce, también la soterrada,
que causa la muerte del alma.
Por ambición, envidia, y egoísmo puro,
por el poder de unos pocos,
que a otros muchos
con promesas y engaños halagan;
les hacen creer que luchan por ellos.

Asegurándoles la migajas,
los mantienen siempre contentos,
siempre míseros,
no habiendo en ello amor ninguno,
solo puro y duro egoísmo,
solidariamente disfrazado,
que corta cual cuchillo afilado.
Y esta guerra no es de armas,
es guerra más sutil y encarnizada.

Es el amor,
el que en singular lucha, presenta batalla
contra la mentira, y toda la violencia
que en el mundo, el hombre desata.
Que no tiene otra arma,
¡mas poderosa arma!,
que el testimonio del sufrimiento
del que de verdad ama.
El que es riqueza y fuente,
de paz y alegría,
y al final, siempre gana.