Pues muy triste decirlo pero veo al periodismo española arrugarse, cada vez más, ante el poder sociopodemita, económico y cultural (este último es el más temible) un poder prepotente como no he conocido otro en 40 años de ejercicio de esta profesión maravillosa que es el periodismo.

Verbigracia, el sociopodemismo de Pedro Sánchez opera como una verdadera máquina de picar carne de periodista.

De entrada, recuerden que el cuarto poder no es el periodista sino el editor, y mientras Pedro Sánchez utiliza nuestro dinero para untar a los editores -y, sobre todo, a las televisiones afines- consigue un doble efecto: impunidad para su gobierno y, al mismo tiempo, que los medios críticos dejen de serlo.

Ayer ponía como ejemplo las preguntas de las controladísimas ruedas de prensa del Consejo de Ministros, donde a los periodistas críticos se les condena al silencio y se da la palabra a los pelotas que preguntan, con alto nivel de exigencia, si el Gobierno sociopodemita sigue manteniendo los valores republicanos (sic). 

Ahora bien, no todo es culpa de la soberbia de Pedro Sánchez ni de la caradura de los editores. Me temo que el problema cae sobre terreno abonado. 

Los periodistas españoles debemos abandonar esa nostalgia morbosa del pasado y volver a combatir lo políticamente correcto... que hoy en día se autodenomina progresismo

Percibo en mis colegas periodistas madrileños una lamentable tendencia a considerar que el éxito es sinónimo de sensatez y de honradez. Un algo así como: si ha llegado a presidente del Gobierno o a presidir de banco o a Ceo del IBEX o es un escritor muy leído... es porque se trata un personaje serio ,sensato, honrado... uno de esos tipos a quien no debemos interrumpir y sobre el que un crítica dura resulta vulgar.

Y todo esto no me preocuparía en exceso sino fuera porque ese rasgo termina con la libertad de prensa, y quiebra el primer objetivo de los medios: denunciar los excesos de poder. 

Sé que a ningún Gobierno le gustan las críticas, pero el Sanchismo no se conforma con eso: exige la alabanza y pleitesía.

Los periodistas españoles debemos abandonar esa nostalgia morbosa del pasado -la edad de oro que nunca existió- y volver a combatir lo políticamente correcto y debemos dejar de hacer de censores de los pocos colegas que se enfrentan al poder.