Vladimir Putin junto a Ravil Maganov, que hoy ha fallecido "por suicidio"
Al parecer los oligarcas rusos están algo mal de la cabeza... a ver si va a resultar que Vladimir Putin les ha hecho un favor con la guerra en Ucrania y las sanciones internacionales que han recibido.
La última muestra es la muerte Ravil Maganov (67 años), presidente de la petrolera rusa Lukoil, tras caer por una ventana del Hospital Clínico Central de Moscú, donde estaba ingresado, según las agencias rusas Interfax y TASS. Esta última, citando a fuentes de las fuerzas del orden, señaló que se trata de “una muerte por suicidio”. Maganov estaba ingresado por un ataque cardiaco y tomaba antidepresivos.
Recuerden que en su día Lukoil intentó hacerse con una participación de Repsol, pero no lo logró, aunque la segunda petrolera rusa tras Rosneft sí entró en España por otra vía y para alegría de Artur Mas. A finales de abril, coincidiendo con la visita de Pedro Sánchez a Kiev (Ucrania), se conoció la renuncia de su presidente, Vaguit Alekpérov, que ostentaba desde 1993, era la cuarta fortuna de Rusia y supuestamente estaba relacionado con la mafia rusa. ¿El motivo? No lo explicó, aunque era muy posible que no lo decidiera voluntariamente, porque unas semanas antes había pedido el fin de la guerra en Ucrania por las dificultades para dar salida al petróleo ruso (parece que le estaban afectando las sanciones) y Reino Unido le impuso un congelamiento de activos y una prohibición de viajar.
Y también a finales de abril, dos oligarcas rusos mataron a su familia y luego se quitaron la vida. En Lloret de Mar (Gerona), lo hizo Serguéi Protosenya, que había sido durante siete años vicepresidente de Novatek, el segundo mayor productor de gas de Rusia tras la estatal Gazprom y el mayor productor independiente de gas de dicho país. Y en Moscú, lo hizo Vladislav Avayev, un ex alto funcionario del Kremlin y exvicepresidente de Gazprombank, el tercer banco ruso.
Maganov es el sexto magnate del sector energético ruso que pierde la vida este año en extrañas circunstancias. ¿Todo esto es casualidad? Si uno recuerda al poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán Friedrich Schiller, quien defendía que las casualidades no existen, parece que no.