"Hoy, 1 de Agosto celebramos el Día de la Pachamama. ¡Gracias Madre Tierra por regalarnos salud, vida, alegría y amor!". Así reza la cursilísima leyenda elaborada para celebrar tan señalada jornada en ese manicomio llamado Naciones Unidas, que reúne a los más selectos oligofrénicos de la humanidad, bajo la dirección de Antonio Guterres, el más glorioso neurasténico del planeta. 

Discrepo del mensaje. Adorar a la Madre Tierra, Gaia, a la joía Pachamama, nunca ha sido ni alegre ni amatorio. Es más, a lo largo de la historia, la religión panteísta de la Madre Tierra, Gaia, siempre ha terminado en sacrificios humanos. Hoy como ayer. Ayer, arrebatándoles el corazón a los adultos, como muy bien saben los aztecas a los que tanto defiende el presidente mexicano AMLO. Hoy, el culto a la Pachamama se concreta matando al hijo en el seno de su madre.

Sí, el Día Internacional de la 'oía' Pachamama forma parte del gran vodevil del cambio climático que, como ya hemos explicado, no es una falsedad sino una obviedad... y una exageración por parte de los que pretende utilizar al dios-planeta para esclavizarnos. 

Al final, todo consiste en salvar al planeta a costa de cargarse al ser humano. No es coña, ya saben que con el cambio climático no hay negacionistas, eso es un invento de Pedro Sánchez. Lo que ocurre es que el cambio climático no es una falsedad, es una obviedad, y exagerada 'ad nauseam', para someternos a todos y confinarnos en las tinieblas.

De alegría y amor, lo de la 'oía' Pachamama, más bien poquito. A la madre Tierra que le adore su abuela. A mí simplemente que me dé de comer, que para eso fue creada.