Entre los mártires de la Segunda República y la Guerra Civil, asesinados por los socialistas, los comunistas y los anarquistas, alentados por los masones, hay una clara desproporción en número, según sean sacerdotes y religiosos o laicos, a favor de los primeros. Pero esto no significa que, en esa cruenta persecución, hubo pocos laicos españoles que entregaron la vida en defensa de la fe. Se debe tener en cuenta que para proclamar a un mártir beato o santo, hay que demostrar con pruebas que dio su vida por la fe y esto exige todo un proceso, en el que hay que emplear medios para encontrar esas pruebas. Los sacerdotes y los religiosos tienen más facilidades para llevar a cabo un proceso de beatificación de uno de los suyos, que una familia particular para promover el de uno de sus integrantes.

Por otra parte, los mártires laicos de la persecución religiosa de la Segunda República y la Guerra Civil, que ya han sido proclamados beatos, aunque sean pocos, tienen unas vidas tan ejemplares, que merece la pena que le prestemos atención; de ellos pienso escribir en los próximos meses. Así es que empecemos hoy por el beato Vicente Vilar David (1889-1937), ya que ha sido el primero en ser beatificado de todos los laicos españoles que sufrieron martirio durante la Guerra Civil española. Y probablemente también el primero de todos los laicos mártires beatificados por lo Iglesia que vivieron en la Edad Contemporánea. Y si no estuviera en lo cierto y alguien me lo pudiera aclarar, por supuesto que le estaré muy agradecido, porque el ejercicio de la Historia consiste en respetar el principio de que "las cosas son lo que son", y no el afan de llevar siempre la razón a costa de este principio.

Pero a lo que estamos Remigia... Nuestro protagonista nació en Manises (Valencia) el día 28 de junio de 1889. Ya desde el siglo XIV, Manises destacó por la producción de cerámica, actividad que se potenció desde que en 1917 se creó la Escuela de Cerámica, centrada en el estudio de sus diversas variantes: cerámica artística, porcelana y azulejos. Dicha actividad se convirtió en un potente foco de atracción migratoria, de modo que los 3.500 habitantes de Manises en 1900 se habían duplicado cuando estalló la Guerra Civil. En aquella época, lo que predominaba en Manises eran las pequeñas fábricas.

Y una de esas pequeñas factorías pertenecía a la familia de Vicente Vilar David. Por este motivo, sus padres Justo Vilar Arenes y Carmen David Gimeno pudieron vivir con cierto desahogo, el que permitía un pequeño establecimiento industrial a una familia muy numerosa, pues Vicente Vilar David fue el menor de ocho hermanos.

Al implantarse el régimen de persecución en la Iglesia, Vicente Vilar ayudó a los sacerdotes a salvar la actividad apostólica

La posición económica de su familia hizo posible que pudiera estudiar el bachillerato en el colegio de los escolapios de Valencia y la carrera de ingeniero industrial en Barcelona. Al concluir sus estudios se casó, en 1922, con Isabel Rodes Reig, tres años más joven que él y natural de Cocentaina (Alicante). Este matrimonio no tuvo descendencia.

Y en cuanto a la actividad profesional de Vicente Vilar David, prefiero dar la palabra a Pepe Esteve Navarro autor de la página Manises Online, que contine una riqueza informativa de la ciudad de Manises interesantísima. Esto es lo que lo dice de nuestro protagonista Pepe Esteve Navarro, buen conocedor de la historia de Manises:

“Al morir su padre y terminados los estudios de ingeniería, Vicente Vilar  tomó la dirección de la empresa de cerámica Hijos de Justo Vilar.

Aquí tuvo, con su acción seglar ejemplarísima, el campo principal de apostolado, especialmente en el aspecto social, sembrando siempre la armonía de ánimos, buscando la paz en las desavenencias y logrando que muchas veces se llegara al acuerdo.

Destacó en el respeto, la educación y la caridad en el trato con los operarios. Fue correspondido con el cariño de todos los suyos, que vieron en él al amigo entrañable que remediaba constantemente sus necesidades y compartía sus legítimas aspiraciones de superación social, personificando la imagen entonces perfecta del patrono católico.

Al implantarse el régimen de persecución a la Iglesia, Vicente Vilar ayudó a los sacerdotes a salvar la actividad apostólica, por ejemplo, en el campo de la enseñanza religiosa y la catequesis parroquial, así como otras organizaciones parroquiales”.

Se debe tener en cuenta que para proclamar a un mártir beato o santo, hay que demostrar con pruebas que dio su vida por la fe y esto exige todo un proceso, en el que hay que emplear medios para encontrar esas pruebas

Vicente Vilar David fue martirizado siete meses después de que estallara la Guerra Civil, pero la persecución religiosa arreció en Manises desde el mes de julio de 1936. La parroquia de San Juan Bautista fue saqueada y quemada; desaparecieron sus quince altares con todas sus imágenes; fueron robados los vasos sagrados, las custodias y los ornamentos y el nuevo párroco, después de la guerra, calculó los daños en dos millones de pesetas de las de entonces. Igualmente fueron saqueadas la iglesia del convento de las carmelitas descalzas, la capilla de las monjas Paúles de la Caridad y la capilla de San Antonio.

Fueron asesinados un total de ocho sacerdotes y religiosos, pues además del clero de Manises martirizaron a otros clérigos que por razones familiares o de amistad se habían refugiado en Manises. Asesinaron al párroco Vicente Aviño Catalá (1872-1936), al coadjutor de la parroquia Eleuterio Catalá Tomás (1894-1936), al capellán de las carmelitas Pascual Sanchís Orts (1895-1936), al capellán del asilo de Nuestra Señora del Carmen de las Hijas de la Caridad José María Pla Vilar (1894-1936), al párroco de Bugarra Marcos Vilar Esteve (1906-1936), al párroco de Estivella Ángel Nadal Monera (1897-1936), al definidor provincial de los franciscanos Juan Botet Esteve (1874-1936) y al franciscano Salvador Mollar Ventura (1896-1936), que ya ha sido beatifico.

Mártires de Manises

Los mártires de Manises durante la persecución religiosa de los socialistas, los comunistas y los anarquistas, alentados por los masones, durante la Guerra Civil española. Vicente Vilar David aparece en la fila inferior con sombrero. Fuente: Página Manises Online de Pepe Esteve Navarro.

Valencia, sin duda, fue una zona férreamente controlada por el Frente Popular, y esa fue una de las razones por las que el Gobierno de Largo Caballero (1869-1946) se refugió en la ciudad del Turia, cuando huyó de Madrid el 7 de noviembre de 1936. De dicho control en relación con la persecución religiosa dio cuenta el secretario general del Partido Comunista Español, José Díaz (1896-1942) en los siguientes términos, en un mitin celebrado en Valencia el 15 de marzo de 1937: «En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado con mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia en España está hoy día aniquilada».

Fueron asesinados un total de ocho sacerdotes y religiosos, pues además del clero de Manises martirizaron a otros clérigos que, por razones familiares o de amistad, se habían refugiado en Manises

Se ha acusado a “las derechas” de unir política y religión, sin caer en la cuenta de que fue el Frente Popular quien más estrechamente juntó estas dos realidades hasta el punto de fusionarlas con el fin de arrancar la religión de España, mediante la mayor persecución religiosa que ha padecido la Iglesia en sus dos mil años de existencia. Me sobran los ejemplos, pero para muestra expondré la sentencia de muerte que recayó en un vecino de Manises, Melchor Gimeno Cases, dictada en estos términos: “Como eres el más amigo de los curas y obispos eres el más fascista que hay”.

Y este fue el delito que cometió Vicente Vilar David: ser un católico de una pieza. Así que para martirizarlo solo faltaba encontrar una excusa, y esa llegó el 14 de febrero de 1937. Manises solo dista de Valencia 10 kilómetros, y ese día, a las doce menos diez de la mañana, la Escuadra Nacional bombardeó Valencia. Al oír dicho bombardeo, un vecino de Manises, Hernán Villar Cubas, salió de su casa en calzoncillos y camiseta y después de blasfemar horriblemente gritó que cuándo iban a empezar de una punta a otra del pueblo a coger y asesinar a todos los individuos de derechas. El Comité de Defensa de Manises acogió la propuesta y la puso en práctica.

Para contar lo que sucedió, cedo la palabra a Isabel Rodes Reig, esposa del beato Vicente Vilar David: “El día catorce de febrero de 1937 se presentaron en su domicilio un tal Ernesto, alias el Coto, y un tal Rebollo, Perales y Litri sin que se sepa los nombres de estos individuos los cuales, según tiene entendido la declarante han sido fusilados por el tribunal militar permanente de Valencia por diferentes causas de asesinato, los cuales se llevaron al marido de la declarante y que al tener temor de que le pasara algo se juntó con ellos y fue al Comité para ver de qué se le acusaba a su marido, pero al llegar al Comité los dirigentes estuvieron más de media hora encerrados deliberando lo que habían de hacer con él, y al salir, dijeron que se lo llevarían a la cárcel y que por lo tanto no podía continuar acompañándole la que declara, por lo que se la obligaba a volver a su domicilio conducida por dos milicianos, los cuales estuvieron en la puerta de su domicilio hasta que fue asesinado el marido de la declarante, que los individuos mencionados son los que fueron a por él pero los que tuvieron participación activa en el hecho de este asesinato y en todos los que se hicieron la noche del día 14 de febrero de 1937 fueron en su mayoría todos los dirigentes del Comité revolucionario”.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá