Ahora que acabamos de conmemorar el 18 de julio, día del alzamiento nacional o día del Golpe de Estado franquista, como prefieran, y ahora que el Sanchismo se dispone a perpetrar la Ley de Memoria histórica, es bueno recordar que lo que no entiende la izquierda de 2021 (y buena parte de la derecha, tampoco) es esto: si los republicanos hubieran dejado en paz a la Iglesia, Franco no hubiera ganado la guerra.

Esto lo comprendió Felipe González, dejó de comprenderlo Zapatero y Sánchez lo ha convertido en mandamiento. Y ahora Kichi, político de nivel, en su DNI José María González Santos, alcalde de Cádiz, ha retirado la placa-homenaje al poeta gaditano José María Pemán, por franquista. Di que sí.

placa José María Pemán

Es lógico, Kichi no puede entender aquello de “en este trueque amor / no es mi falta / es tu abundancia / lo que me asusta, Señor”. De todos los poetas españoles del siglo XX, los ha habido de primera línea, el que más se parece a los clásicos del siglo de oro, es José María Pemán, el autor de El Divino impaciente, el mejor drama en verso de la centuria, el cachondo de los tres etcéteras de Don Simón, el poeta mayor, en la cumbre misma de la poesía mística del pasado siglo en lengua española… es para Kichi un peligroso franquista al que hay que negarle el pan y la sal, y hasta una placa, en su ciudad y casa de origen.

Si los republicanos hubieran dejado en paz a la Iglesia, Franco no hubiera ganado la Guerra Civil

Para esto surge la ley de Memoria histórica: es la venganza del progresismo de izquierdas. De hecho, la Ley de Memoria Histórica no es una ley para la memoria sino para la venganza. No es una norma para recordar sino para utilizar contra el vecino, que vuelve a ser enemigo, en lugar de adversario.

Y sobre todo, al igual que ocurre con los delitos de odio, no es una ley para recordar sino para censurar.

Fueron los católicos quienes el 18 de julio de 1936 dieron un golpe de Estado. No les quedaba otra

Insisto: fueron los católicos quienes el 18 de julio de 1936 dieron un golpe de Estado. No les quedaba otra. Les mataban por su fe. O como diría Irene Montero: les matan por ser mujeres. Los ancestros de la II República asesinaban a los cristianos por el hecho de ser cristianos. No molaban.