Lo importante es cómo te percibes, si hombre o mujer. Lo importante es cómo me autopercibo en mi condición económica: me autopercibo multimillonario pero no por ello aumentó mi cuenta corriente. Esa será la próxima batalla por los derechos civiles: soy un transeconómico, quiero ser millonario. Es más, lo exijo, es mi derecho.

Nace el 'Transeconómico": ricos atrapados en el cuerpo de tiesos

Y la derecha tibia del PP se queda en la crítica a la "precipitación" con la que se ha generado la norma. Eso, señor Feijóo, sin duda constituye el elemento más repugnante de toda la norma trans

La ministra de Igualdad, Irene Montero -¡qué carrerón lleva esta chica!- está muy contenta porque se ha declarado el "derecho a la libre autodeterminación de la libertad de género". Bajo esta refinada cursilada ireniana uno decide si es niño o niña... ¡desde los 12 años de edad! y desde los 14 sin permiso de nadie. Una salvajada antropológica a la que, esta vez sí, puede darse el calificativo de histórica. 

Hoy es un día triste para España y para la sensatez. Que, a los 12 años, un niño podrá decidir si es varón o mujer, es de locos.

Y la derecha tibia del PP se queda en la crítica a la "precipitación" con la que se ha generado la norma. Eso, señor Feijóo, sin duda constituye el elemento más repugnante de toda la norma trans.

Aterra el atronador silencio de la sociedad española ante una barbaridad de este calibre... y esto aunque el Sanchismo nos tenga acostumbrados a estas y otras salvajadas

Vox ha sido el más acertado -aunque debería haber peleado más- al acuñar el término de corrupción, o perversión, de menores. Así es, aunque le ha faltado apuntalar que no se trata de corrupción de menores sino también de mayores. El cambio de sexo es un desprecio a la naturaleza y con ella al Creador, además de un proceso peligrosísimo para la fisiología y la psicología del individuo. Aterra el atronador silencio de la sociedad española ante una barbaridad de este calibre... y esto aunque el Sanchismo nos tenga acostumbrados a estas y otras salvajadas.

Para entendernos, esta ley es, además de una barbaridad, una necedad. Lo cierto es que nadie nos han pedido permiso para nacer, ni para ser varón o mujer, alto o bajo, guapo o feo, listo o tonto... hemso sido nacidos.

Nadie nos han pedido permiso para nacer, ni para ser varón o mujer, alto o bajo, guapo o feo, listo o tonto...

Por lo demás los cambios de sexo son tan bestias y tan peligrosos que más que de la maldad del gobierno Sánchez asusta su insensatez.