Escribo estas líneas cuando aún se desconocen las consecuencias finales del nuevo episodio de gota fría que asola Valencia... y que debería ser lo único importante. 

Pero creo que es mejor escribir antes, porque estamos ante una situación ligeramente repugnante, donde a los dos grandes partidos, especialmente a los socialistas -más listos o más malignos, como quieran- parecen importarles un pimiento hechos y víctimas para quedarse en el "yo no he sido, ha sido él". 

En esta batalla hipócrita, el vencedor, sin duda, es el PSOE.

Recuerden que Moncloa ha lavado, a costa de Mazón, la imagen lamentable que en Paiporta, dio el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al huir rodeado de guardaespaldas mientras los Reyes aguantaban los insultos y agresiones de una multitud lógicamente desesperada tras la tragedia. Fue aquella actuación cobardona del presidente del Gobierno lo que la mordaz Isabel Díaz-Ayuso aprovechó para hablar de "el galgo de Paiporta".

Y así, en la hora previas a la gota fría actual estamos viviendo una competición por ver si son los socialistas o los populares quienes más se preocupan por avisar antes del peligro. Oiga, ¿y avisar antes conjura el peligro? Hombre intentaré ponerme a salvo pero a veces es imposible ponerse a salvo o, en cualquier caso, algo de riesgo asumes.

Desde la DANA o gota fría -que es lo mismo- se ha dado una carrera entre el PSOE y el PP para dejar claro, en vivo y en directo, quién se preocupa más del ciudadano, pero centrado en los avisos, que no son lo más importante ni de lejos. Pero todo este paripé resulta bastante hipócrita. 

Los del PP, en su línea: siempre reaccionan tarde y mal. Los del PSOE, en la suya: nadie prepara mejor la propaganda que el Sanchismo. 

Quien centra el debate gana el debate: si centras el debate en quién avisa antes de la tragedia has triunfado. Yo pensé que el debate había que centrarlo en cómo ayudar a las víctimas de la tragedia o en como evitar futuras tragedias. Es más, yo pensé que la actitud de Margarita Robles, con los cadáveres aún calientes, afirmando que el Ejército no podía estar en todo, cabrearían más que saber por qué Carlos Mazón no había avisado con la necesaria celeridad, pero al parecer, no.