Un policía francés mata a un joven de 17 años que se había enfrentado a él en un control y arde París, más bien arde toda Francia. El joven, de origen argelino y los gamberros que aprovechan su muerte para vandalizar el país, golpear, incendiar, insultar, robar... son mayoritariamente musulmanes

Y así, mientras Macron, como diría una castizo, se la ata con papel de fumar, intenta reducir el impacto, retiene a las fuerzas del orden, a los que exige que cumplan con la normativa con mucho escrúpulo mientras los gamberros les atacan con todo tipo de armas, resulta que 'Pierre francés,' está convencido de lo contrario en proporción cinco veces superior. Es decir, que Emmanuel Macron, presidente de la República, defiende a los gamberros mientras el pueblo francés prefiere defender a la policía. El primero teme que le tachen de racismo, el segundo no, porque sufre las consecuencia de tan apasionante multiculturalidad. Emmanuel Macron nunca ve en peligro su físico, don Pierre Francés sí.

La pugna entre lo políticamente correcto y la realidad se ha impuesto de tal modo en Europa que la verdad oficial cada día se aleja más de la verdad, es decir, que las verdades oficiales son mentiras reales.

Ejemplo: en el sucedido anterior que incendiado Francia, se han abierto dos cuestaciones populares digitales: la una a favor de Nahel, la otra, a favor del policía, hoy detenido. Pues bien, el muerto ha recopilado 200.000 euros, el policía, pregunto delincuente, ha recaudado un millón de euros cinco veces más.

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Si uno escucha a Emmanuel Macron, la Francia oficial, la cosa estuvo clara: un abuso de violencia policial. Sin embargo, a los franceses, al parecer les encanta que, ante tanta impunidad, la policía se pase un poquito.