He dejado pasar unos días para ver en qué desembocaba el escándalo periodístico provocado por la nueva chapuza del chapucero ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Chapucero y maleducado. Le llaman 'ministro perejil' porque pretenden ser la salsa de todos los platos, pero más bien habría que hablar de ministro chapuzas. Un nuevo cambio legal para conseguir una renovación parcial del Tribunal Constitucional, sólo lo suficiente para controlar el organismo de forma definitiva. 

La renovación de los órganos judiciales no es una cuestión de huevo, sino de fuero. O debería serlo, aunque no soy tan ingenuo como para pensar que los único que pretende el sanchismo es controlar la justicia... aún más, pues la controla muy bien con ese cáncer llamado Dolores Delgado, fiscal general del Estado. 

Ahora bien, que Chapuzas Bolaños, remodificando la ley que el mismo PSOE modificó meses atrás, intente hacerse con el control de CGPJ y del TC colocando afines en sus órganos de dirección, tampoco es como para rasgarse las vestiduras. 

Incluso admito -mi admirado Juan Manuel de Prada así lo defendió en el ABC- que es una muestra más de ese pitorreo llamado "Estado de Derecho," que, como el mismo define, no es más que la ambición de Sánchez por controlarlo todo, disfrazada de insultos al adversario. "El PP está en rebeldía constitucional", otra chorrada importante a la que tan aficionado es don Pedro Sánchez.

No es más que eso: estamos ante otra chapuza de don Félix, una más. 

En cualquier caso, no es una cuestión de huevo sino de fuero: pase lo que pase, la justicia no va a ser más justa, en tal caso, más o menos progubernamental. Pero lo que está claro es que el ministro más útil para Sánchez es Félix Bolaños: carece de escrúpulos.