• A los católicos no se nos permite el uso de la violencia: ¡lástima!
  • Apelad al César. ¿Católicos metidos a leguleyos? No me gusta, pero no nos queda otro remedio.
  • Si la sociedad actual no condena el pecado que los tribunales condenen el delito.
  • Así que ¡bien por Abogados Cristianos!
No, no podemos partirle la cara al imbécil -perdón, miserable- que robó 248 formas consagradas. Somos católicos y, por tanto, sólo se nos permite el uso de la violencia como legítima defensa y de forma absolutamente proporcionada y transitoria. Incluso tenemos la obligación de amar a este cantamañanas y al pinchaúvas que los pamplonicas han convertido en alcalde. La violencia nos está vedada. Sé que el verdadero valor consiste en no usar la violencia pero a veces pienso que es una pena. Tampoco podemos romperle la cara al idiota -perdón, miserable- del alcalde de Pamplona, Joseba Asiron (en la foto), por hacer suyo al blasfemo sacrílego, convertir esta mierda en arte y tener secuestrado al Santísimo en el Ayuntamiento de Pamplona, regido por los proetarras de Bildu. Estoy hablando de esta infamia: un chiflado roba 248 formas consagradas, según él, en otras tantas eucaristías. Al parecer, la gracia vertida en tantos santos sacrificios no manó hacia su corazón. Por cierto, con tanta profanación, ¿no deberíamos replantearnos la comunión en la mano? ¿Qué podemos hacer? Podemos rezar el rosario  ante las formas exhibidas hasta que la policía municipal nos eche. Sería una defensa muy creativa. Lo comento con un franciscano y me responde, citando a Nuestra Señora de Medjugorje, que esto se arregla con oración y ayuno. Y así es. Pero ya hemos comunicado en estas pantallas de Hispanidad que los católicos debemos cambiar de táctica: hay que apelar al César. No hay otro remedio que entrar en el desagradable mundo de los tribunales. Lo de menos es que el imbécil, perdón el miserable, del artista, y el idiota, perdón, el canalla del alcalde, hayan cometido un delito. Más grave es que hayan cometido una blasfemia como no se recuerda desde la II República. Pero como la sociedad actual no condena el pecado que los tribunales condenen el delito. Abogados Cristianos se han puesto manos a la obra y hay que aplaudirles por ello. ¿Cristianos metidos a leguleyos? A mí no me gusta pero no nos queda otro remedio. En cualquier caso, Ven, Señor, no tardes, porque tal parece como si todo estuviera ya cumplido. Eulogio López eulogio@hispanidad.com