- Es el imperio del NOM: una humanidad controlada por lo políticamente correcto.
- Que, cada día más, no es otra cosa que lo más aberrante.
- Delitos de odio o la confesionalidad progre: no abras la boca o te crujo.
- Y si decimos lo que pensamos se nos acusará de incitar al odio y a la violencia.
- ¿Contra quién? Contra lo políticamente correcto, naturalmente.
- Y si no cuela, se nos acusará de injuriar u ofender la dignidad de un colectivo, sean las mujeres, los gays o lo que sea.
- "No me molesta que me llamen Pepe, es el retintín con que lo dicen".
Ya lo he recordado otras veces.
La nueva revolución progresista, es decir totalitaria, se concreta en los delitos de odio. En España, en
el artículo 510 del nuevo código penal.
No se te ocurra mostrarte en desacuerdo con la
ideología de género, o con el
feminismo o con la homosexualidad, porque, si lo haces, estarás incitando al odio y la violencia contra las mujeres o contra los gays. Sí, no es broma: gracias
al código penal de Zapatero -ampliado por el PP- te pueden caer, por delitos de odio, entre
uno y cuatro años de prisión.
Objetivo: o cierras el pico y te atienes a lo políticamente correcto, es decir, a las grandes mentiras aceptadas,
o te vas a enterar. Se trata de callar cualquier voz discrepante hasta que llegue un momento en que no se pueda decir nada. Es una especie de confesionalidad progre que corre por el mundo para que el
Nuevo Orden Mundial (NOM) pueda imponer sus tesis sin la menor resistencia.
Pero claro, eso del oído y la incitación a la violencia suena hasta algo cursi. Hay
pocos jueces, a pesar de la modorra judicial, que se lo traguen. Así que el código penal ha puesto un complemento, el segundo párrafo del artículo, en el que también se castigarán con
penas de cárcel a todo aquel que injuriara a un colectivo
por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad.
¿Quién decide si hay injuria? Mayormente el injuriado, lo que nos devuelve al viejo dicho castellano: "
No me molesta que me llamen Pepe, es el retintín con que lo dicen". Esto es, basta con ser lo suficientemente susceptible y tener el suficiente tiempo, o la suficiente influencia en organismos políticos o en la Fiscalía para que te puedas vengar a gusto de todo aquel que ha criticado, no a ti, sino a tu proceder, no tu condición sino tu actuación y que, en definitiva, no te caiga simpático.
Pero lo hacemos en defensa de las minorías y por una mayor convivencia, naturalmente. Es la
mordaza progresista, siempre pendiente de nuestras libertades. Se llama artículo 510.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com