Casos como el de Maya nos recuerdan al de Robert Hoogland, un padre que fue condenado a seis meses de cárcel en Canadá por... llamar hija a su hija
A ver si va a resultar que el Brexit era bueno.
A Maya Forstater, una asesora fiscal de la rama europea del Centre for Global Development [Centro para el Desarrollo Global], un think tank mundialista no se le renovó su contrato el pasado 31 de diciembre de 2018. ¿Por qué? Por considerar públicamente que Philip Bunce, un banquero de Credit Suisse, padre de dos hijas, que en ocasiones trabaja bajo la personalidad de 'Pippa', es un hombre biológico.
Tal como publica Religión en Libertad, Forstater, convencida de que le amparaba el derecho a la libertad de expresión, decidió interponer una demanda al CDC. Sin embargo, la sentencia emitida a finales de 2019 por el juez James Tayler fue desfavorable para ella, perdiendo el recurso de apelación al despido.
Según el magistrado, no hubo despido improcedente porque “no tiene derecho a ignorar… si una persona ha pasado de hombre a mujer y tiene un Certificado de Reconocimiento de Género. Esa persona”, continuaba la sentencia, “es legalmente una mujer”.
El magistrado sentenció que opinar lo contrario “no es digno de respeto en una sociedad democrática”. Por lo tanto, “las personas no pueden esperar ser protegidas” o acogerse a la libertad de expresión “si su creencia central implica violar la dignidad de los demás y crear un ambiente intimidante y hostil” para los colectivos aludidos.
Según ha declarado recientemente en Sky News, Forstater no se arrepiento de nada de lo que ha dicho o hecho. De hecho, continúa en pie de guerra frente al Centro para el Desarrollo Global, y su apelación se escuchará el próximo martes, incluyendo una intervención de la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos.
La autora de 'Harry Potter', J.K. Rowling, se solidarizó con Maya vía Twitter: "Vístete como quieras. Llámate como quieras. Duerme con el adulto que tengas. Vive la vida lo mejor que puedas en paz y seguridad. Pero ¿despedir a una mujer de su trabajo por afirmar que el sexo es real? #IStandWithMaya" (hashtag Apoyo a Maya).
Dress however you please.
— J.K. Rowling (@jk_rowling) December 19, 2019
Call yourself whatever you like.
Sleep with any consenting adult who’ll have you.
Live your best life in peace and security.
But force women out of their jobs for stating that sex is real? #IStandWithMaya #ThisIsNotADrill
Las reacciones fueron fulminantes, y por ejemplo el portal informativo sistémico Voxdotcom no se contentó con una crítica, sino que lanzó una velada amenaza contra su carrera:
"¿Ha destruido J.K. Rowling el legado de Harry Potter con un simple tweet transfóbico? JKR acaba de arruinar Harry Potter. Feliz Navidad", afirmaba: "Sus fans están destrozados". Entendiendo así que todos los admiradores literarios de la escritora inglesa comparten la ideología de género.
Did J.K. Rowling just destroy the legacy of Harry Potter with a single, transphobic tweet? https://t.co/K8CgiBeRRZ
— Vox (@voxdotcom) December 19, 2019
Por cierto, casos como el de Maya en los que se castiga a quien llama a las cosas -y a los géneros, en este caso, por su nombre- nos recuerdan al del padre condenado a seis meses de cárcel en Canadá por oponerse a la hormonación de su hija para «cambiar» de sexo. Robert Hoogland fue condenado por... llamar hija a su hija. Algo está ocurriendo en el mundo.
Bastante ha hecho Dios con traernos a la existencia. Deberíamos estarle agradecidos
Al final, todo acaba en lo mismo. El hombre se niega a aceptar que es criatura, no Creador. Si pudiéramos elegir sexo tambien deberíamos poder elegir si somos altos o bajos ricos o pobres, listos o tontos, blancos o afroamericanos. Sólo que no nos dejan: nadie nos ha pedido nuestra opinión. Bastante ha hecho Dios con traernos a la existencia. Deberíamos estarle agradecidos.
Recuerden la genialidad del "transeconómico" que publicáramos tiempo atrás: "Soy una persona con gustos de rico pero atrapado en un cuerpo de tieso. Exijo que el Estado me garantice mi derecho a vivir como me siento y no como la sociedad heteropatriarcal me impone". Pues, esto que todo el mundo ve que es una cachondada, es lo que ha aprobado Su Señoría y le ha dado fuerza de sentencia.
A la hora de gobernar, hay algo mucho peor que el gobierno de los políticos: el gobierno de los jueces. Porque hay algo que no podemos olvidar en este caso: el juez obliga a la condenada a utilizar un lenguaje que ella reprueba. No le aconseja, le obliga, vulnerando así su derecho a la libertad de expresión.