Vuelta la burra al trigo. En Hispanidad ya lo hemos explicado muchas veces; ahora lo hacemos de nuevo en este vídeo porque algo me dice que es necesario.

Adúlteros y arrejuntados varios no pueden comulgar. Bueno, salvo que los maromos se hayan propuesto vivir como hermano y hermana. Una situación que, como decía uno de los concernidos: ¡es muy difícil, Eulogio!

Otra cosa es que no les debamos juzgar

Y esto lo dice la Familiaris Consortio de San Juan Pablo II y lo dice –sí, también lo dice– Amoris Laetitia del Papa Francisco. Es cierto: uno hubiera aclarado más la norma y menos la posdata: la obligación de prestar más atención a aquel al que impedimos comulgar, no juzgarlo y sí ayudarlo. Pero eso no es la raíz de la cuestión. La raíz no es hombre primero y Cristo después, sino al revés, especialísimamente en la Eucaristía. Aunque solo fuera para no hacer apariencia de aquella acusación de que Francisco no cambia la teoría, pero sí cambia la práctica. Lo cual es una maldad grande, graciosa, pero maligna y mentirosa.

Lo dice Familiaris Consortio y no dice lo contrario Amoris Laetitia

Pero sí, reconozco que Amoris Laetitia puede crear confusión… A pesar de ello, hay que recordar –de nuevo–que el Papa Francisco no ha cambiado la norma principal: el que esté en pecado grave no puede acercarse a recibir la comunión porque estaría cometiendo un sacrilegio grave. Es más, la ha ratificado y sigue plenamente vigente.

Ahora bien, el sacrilegio habitual es el de la gente ‘normal’ que comulga en pecado mortal. Y hoy la gente comulga igual, pero confiesa mucho menos

Además, esta es la profanación cotidiana de la Eucaristía, mucho más habitual, me temo, que lo de asaltar sagrarios que, no obstante, va a más.

E insisto: hoy comulgan los mismos fieles –y hasta infieles– que hace 25 años, pero no confiesa ni la décima parte.