• Se puede comer un poco menos en Cuaresma por amor de Dios o pasar hambre de verdad por tener un culo respingón.
  • Vivimos en la sociedad blandengue de los quejumbrosos.
  • Y con quejicas no se forja ni una familia, ni una sociedad, ni tan siquiera un Estado.
El 1 de marzo comienza la Cuaresma, con el Miércoles de Ceniza. No sé por qué pero juraría que resulta necesario aclarar que sólo hay dos días de ayuno en el calendario católico: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Se hace por acompañar a Cristo en su tremendo sacrificio redentor pero actrices y señoras bien, así como ejecutivos de postín, ayunan todos los días del año para que les quepan los pantalones o para presentar un culito respingón, mientras, ellos y ellas, intentan alargar una juventud que se les escapa entre los dedos como el agua de un arroyo. Por eso sí que ayunan y muchos de ellos consideran las penitencias católicas como oscurantistas y medievales. El ayuno del Miércoles de Ceniza puede ser fácil o severo. El fácil consiste en comer algo menos de lo normal, el severo queda a su libre albedrío y su aún más libre generosidad. En cualquier caso, el ayuno es la prueba del nueve de una sociedad archi-satisfecha. Eso de los españoles que pasan hambre porque no tienen qué comer sólo es una mentira, muy útil, de podemitas y demás engañabobos. Pero el ayuno resulta utilísimo. Al abajofirmante, por ejemplo, que es un tragón inconmensurable, el ayuno, y les aseguro que me atengo al ayuno ligero, es una de esas tareas que, como decía Chesterton, noctambulo empedernido, cuando le hacían madrugar para ir a misa, "sólo se hace por Dios". En especial porque en un ayuno de cuaresma dejo de comer lo que estoy acostumbrado, siento un enorme vacío estomacal y, sobre todo, mental, que me hace rememorar un chuletón de buey en su punto. ¡Terrible pero patético! Ahora bien, como está de moda aquello de que el mejor ayuno cuaresmal es la caridad y la misericordia, resulta que me encanta llevar la contraria, voy  defender que el mejor ayuno es el ayuno y que esta cuaresma mucho puede cambiar si vamos a por el ayuno pedestre de nuestros bisabuelos: comer menos. En una sociedad de merengues como la que vivimos, el ayuno nos hace fuertes. Y si lo hacemos por corredimir por Dios nos dota de algo mucho más importante que la fuerza. Nos dota de fortaleza. El ayuno habitúa a muchas cosas buenas. Por ejemplo, a no quejarse. Vivimos en una infame sociedad de quejicas. El quejumbroso representa el signo de nuestro tiempo. De hecho, hay dos tipos de personas: las que se quejan y las que se aguantan. Una división que suele ir acompañada de otra línea divisoria: entre los que buscan soluciones y los que sólo buscan culpables. Con quejicas no es posible forjar una familia, ni una sociedad, ni un país, ni tan siquiera un Estado. A un quejica no le pidas sacrificios. Así que a ayunar en Miércoles de Ceniza y en Viernes Santo. Pero no por amor al arte, ni al culo respingón: por amor a Dios, por la alegría de sentirse corredentores del mundo. Nada menos. Al mundo le faltan ayunadores y le sobran quejicas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com