Fase final de la aprobación de la Ley de protección del menor. Ya dijimos en su día que la ley de protección del menor de la insigne podemita Ione Belarra no iba a proteger al menor en modo alguno pero sí podía conseguir que un adolescente pelmita metiera en la cárcel a su padre por, verbigracia, quitarle el móvil.

La ministra podemita Ione Belarra pretende que el Estado mande más que los padres sobre los hijos, que es lo que caracteriza al progresismo. Vamos que los asistentes sociales y otros burócratas decidan cómo se educa a tus hijos.

Lo peor es que una sociedad aborregada como la española del momento presente, aceptará sin rechistar este golpe a la familia, que no debe ser defendida por ser algo tradicional -que ya sería una razón, porque sólo lo bueno dura- sino por ser una célula de resistencia a la opresión. El hogar es el reducto de la libertad, porque allí rige la norma de la donación. En cuanto salimos a la calle rige la norma de la contraprestación tanto aportas tanto recibes: ni un adarme más.

Sin embargo, las barbaridades más grandes se perpetran en el domicilio. Naturalmente. ¿Acaso no sabemos que la corrupción de lo mejor es lo peor?

La misma razón por la que los grandes crímenes se cometen, tantas veces, al lado del altar. Lo único que demuestra eso es que el hogar y el templo son lo mejor y más vale que no se perviertan.

Señá Belarra: deje usted a la familia en paz.