• El Papa Francisco no ha tocado la doctrina pero el obispo Sócrates ha aprovechado la situación para normalizar el sacrilegio.
  • Todo apunta hacia un cisma y hacia una Eucaristía en las catacumbas.
  • Repitan conmigo: la misericordia con el profanador consiste en impedirle la profanación.
  • Se me olvidaba: la doctrina cristiana sobre al respecto es así: no se puede comulgar en pecado mortal.
  • Por cierto, el católico no está obligado a obedecer a un obispo cuando a lo que se le está obligando es al sacrilegio.
Decíamos ayer, que la exhortación postsinodal del Sínodo de la Familia, no había roto, para nada con la doctrina de la Iglesia sobre la cuestión más importante de la Iglesia y de la doctrina: la Eucaristía. Y, al mismo tiempo, asegurábamos en Hispanidad que la gran tribulación coincide con las conclusiones ambiguas de dicho Sínodo, es decir, con la exhortación postsinodal, en lo que parece contradicción. Yo creo que no es sino la histórica relación de opuestos que caracteriza la cosmovisión cristiana de la existencia,  que, por pura casualidad, es la verdadera. Así que añadan ahora otro punto de aparente contradicción: el Papa Francisco se mantiene en la ortodoxia pero muchos, también obispos, aprovechan sus palabras para retorcer sus ideas. Y así, el presidente de la Conferencia Episcopal Filipina (tenía que ser la hispana Filipinas), obispo Sócrates Villegas (en la imagen), asegura que otorga vía libre para dar la comunión a todos aquellos hermanos, incluso primos, divorciados y arrejuntados, que claman a nuestra puerta, ¡oh sí! Ya saben, les importa un bledo la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio pero, miren por dónde, se empeñan en comulgar. Es decir, se vuelve a caer en la confusión interesada -lo siento, aquí no puedo admitir ignorancia, que de un obispo hablamos- entre misericordia y profanación. Porque, como dice Cristo a Marga, "la primera misericordia con el profanador es impedirle la profanación". Entonces, ¿por qué el Papa Francisco no corta esto? Porque no puede. Él intenta detener el cisma que amenaza venir si se opone tajantemente a las pretensiones de los progres… mientras los conservadores le acusan -yo también le he acusado en su momento, mea culpa- de ser el responsable de todo, cuando es el que intenta apuntalar el dique para que no se desborden las aguas sobre la población. No sé si va lograr evitar el cisma pero me temo que va a ser un Papa mártir, precisamente por intentar salvar al mayor número de almas. En cualquier caso, merece nuestro aplauso. Y no, el Papa Francisco no ha cambiado un ápice la doctrina sobre la familia y el matrimonio: otra cosa es que su deseo de acoger a todos sea aprovechado por el amigo Sócrates, perdón monseñor Sócrates, para instaurar la barra libre del sacrilegio consentido. El amigo Sócrates ha sido el primero pero no será el único, naturalmente. Por tanto, hemos entrado en la abominación de la desolación. Se empieza permitiendo el sacrilegio, se continúa prohibiendo el sacrifico y se acaba entronizando a Satán en el lugar de Dios, es decir, adorando a Satán. Es lo que se llama la abominación de la desolación. Su precedente intelectual consiste en la blasfemia contra el Espíritu Santo: llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno. ¿Exageración? Esperen y verán. Por cierto, ningún católico está obligado a obedecer cuando lo que se le exige es un sacrilegio. Eulogio López eulogio@hispanidad.com