Destruir el tópico es una de las obras de caridad más necesarias y urgentes del siglo XXI. Hoy voy contra el tópico de que quien no confía en los tribunales de justicia no es un demócrata dado que no acepta el estado de derecho. Oiga, en primer lugar, el Estado de Derecho, o sometimiento de todos a la ley, es compatible con el autoritarismo. De hecho, les recuerdo que el Estado de Derecho fue inventado por los romanos, que no siempre se comportaron como egregios demócratas. Sí, digo que el Estado de Derecho es algo bonísimo, pero no incompatible con el hecho de que haya leyes injustas (también en la democracia, por ejemplo el aborto) ni de que -también muy posible- una ley justa se aplique de forma torticera. Los jueces no son dioses: sólo yerran, a veces yerran a sabiendas e incluso -¡Dios me perdone!- con muy mala leche.

Al igual que hay leyes injustas hay jueces injustos

Ejemplo de ahora mismo: el tratamiento de la justicia al Gobierno Sánchez, y en especial a su sección Podemos, comparado con el que ejercen con otros partidos, por ejemplo el PP, resulta curioso cuando menos curioso. Es más, la sectaria Dolores Delgado, fiscal general de Estado, ya ni se preocupa de ocultar su apoyo descarado a su Sánchez y su Iglesias.

Yo no creo en la justicia española… ni en ninguna otra, pero la acato: ¡Qué remedio!

Y no sólo me refiero a la fiscalía, también a los jueces. Gente que aprueba la misma oposición y que acaba por ser de la misma condición. Simplemente, los jueces tiene tantos prejuicios como cualquier otra persona. Segundo, mi experiencia me dice que cuando les conviene se aferran a la letra de la ley y cuando les conviene, a sus prejuicios. Y todo esto es muy legal. lo que ocurre es que no me parece justo: tengas juicios y los ganes.   

Parecen obviedades pero a día de hoy, en España, resulta pertinente recordarlas

Aclaremos: no creo en la justicia española (bueno, no creo en ninguna justicia humana) pero acato la justicia. ¡Qué remedio! ¡A la fuerza ahorcan!

Si es usted tan tonto como para cambiar la verdad por los fallos judiciales… allá usted

Al menos, quédense con eso: los jueces no son dioses.