McCain ha demostrado que ni la muerte sana a un resentido
John McCain, héroe americano, era un marino demócrata en el Partido Republicano. Pero, sobre todo, era un ególatra y un resentido. Es decir, el prototipo de nuevo líder global. Dios le haya perdonado.
Vamos por partes: era amigo de Barack Obama. Claro, los resentidos siempre lo son contra sus próximos. Solo un rencoroso de tan grueso calibre puede prohibir que, a su funeral -¡uno ve muertos!- no acuda el número uno de su partido y el presidente de los Estados Unidos.
Solo un resentido de grandísimas proporciones puede imbuir de idéntica tirria a su familia, que prohibió que al funeral acudiera también su compañera de Ticket presidencial en 2008, Sarah Palin.
Los resentidos siempre lo son contra sus próximos
El nuevo héroe americano, y nuevo líder global, es el resentido políticamente correcto: ese era John McCain. Un hombre empeñado, además, en ser la sal de todos los platos. Y tenía poca gracia para ser sal.
Cuando el general Narváez murió, el sacerdote que le atendía le preguntó:
- ¿Perdonas a todos tus enemigos?
A lo que el Espadón de Loja respondió:
-No puedo. Los he fusilado a todos.
McCain no logró fusilarlos a todos, pero ha demostrado que ni la muerte sana a un resentido… ególatra.