La Santa Cueva de Covadonga
Ejemplos reales. Dos amigas madrileñas, una de ellas afectada por una grave enfermedad, deciden acudir a Covadonga para implorarle a Nuestra Señora su curación. Sí, no se lo van a creer pero todavía hay gente que hace este tipo de cosas. Viaje relámpago que les lleva a hospedarse en un hotel rural del mismo Parque Nacional de Covadonga, en mi querida Asturias. Piden una habitación y, cuando suben, se encuentran con una cama de matrimonio.
Bajan a recepción y manifiestan su extrañeza: oiga pedíamos una sola habitación pero con dos camas, naturalmente. Al final, les cambian de habitación, no sin cierta expresión de extrañeza. En resumen: en el hotel habían dado por supuesto que eran lesbianas.
Menos que se trataba de un establecimiento del propio Parque Nacional, donde, se supone, muchos visitantes, además de contemplar la belleza de los lagos, acuden en peregrinaje a Nuestra Señora de la Reconquista de España para el cristianismo. Vaya, que son católicos. Al parecer, hay quien entiende que resulta perfectamente compatible ser católico y ser homosexual, aunque el Catecismo de la Iglesia católica (puntos 2357, 2358 y 2359) dice justamente lo contrario.
La amistad es, precisamente, cosa de personas del mismo sexo
Algo parecido sucedió en una reciente exposición infantil. Acuden dos madres, la una con tres hijos, la otra con uno. Onerosa exposición, por cierto. El organizador ofrecía un interesante descuento para familias numerosas, así que una de las madres –mal hecho, ciertamente– decide solicitar el sabroso descuento de tarifa. Esto es: dio a entender, sin necesidad explicación que se trataba de una pareja de hecho, compuesta por dos lesbianas y cuatro hijos. Naturalmente, el encargado no osa solicitar a la susodicha que demuestre que se trata de una pareja de hecho o de un matrimonio lésbico: le concede el descuento sin rechistar.
La conclusión a extraer de todo esto parece obvia. Ahora bien, a mí lo que me llama la atención es lo que estas anécdotas representan: que la sociedad española ya no concibe la amistad entre dos personas del mismo sexo, amistad que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, nada tiene que ver con ninguna relación sexual.
Oiga, y la amistad es algo muy importante. Como aseguraba Oscar Wilde (un varón y una mujer no pueden ser amigos) la amistad es, precisamente, cosa de personas del mismo sexo.