• Los cristianos no somos tolerantes, no somos filantrópicos, no somos solidarios: somos hermanos, hijos de un mismo padre.
  • La hermandad cristiana no es el metro de Madrid, es otra cosa.
Oyendo hablar a algunos predicadores sobre la fraternidad entre hermanos, ingente tarea que incluso nos obliga a colocarnos los unos pegados a los otros, se diría que el paradigma de templo cristiano es el metro de Madrid: 'toos apretaos'. Pues no. Todo lo contrario. El holograma cristiano vendría representado por una línea que iría desde cada feligrés al corazón de Cristo (tranquilos alego que estamos en junio, el mes de Sagrado Corazón: sosiéguense ante la clericalísima cita). Cada cual está unido al resto pero a través del mismo nexo. Los cristianos no somos solidarios, somos fraternos. Y entre los hermanos, el nexo es el padre. No somos amigos, somos hermanos, pero hermanos en la fe, es decir, a través de Cristo. Es cierto que aquí irrumpe el viejo chiste polaco: -¿Los rusos son amigos o hermanos? -Los rusos son mucho más que amigos, son hermanos, porque a los amigos los elige uno. De acuerdo, pero dejando a un lado la retranca polaca, lo cierto es que los hermanos no se pegan unos a otros sino que se relacionan en líneas zigzagueantes. Todos con un único punto en común: el corazón de Cristo. No somos tolerantes, no somos filantrópicos, no somos solidarios: somos hermanos, hijos de un mismo padre. Y nuestra referencia es el padre. La hermandad cristiana no es el metro de Madrid, es otra cosa. Eulogio López eulogio@hispanidad.com