- Se trata de convertir al vencedor de las elecciones en un hombre bajo sospecha.
- El pueblo norteamericano le ha votado pero el poder USA no le acepta.
- Y mientras, se prepara a Michelle Obama como futura presidenta. Se nota demasiado.
A ver si lo he entendido: mientras
Barack Obama lloraba su marcha de la Casa Blanca (éste no se va ni con agua caliente) las
agencias de inteligencia USA -es decir, las cloacas del Estado- filtran a la CNN, otro puntal del
Nuevo Orden Mundial (NOM), que los rusos, el malvado Putin, tenían documentos comprometedores sobre Trump.
Para entendernos: dos pájaros de un tiró:
Putin es un malvado y
Donald Trump, un sospechoso. Y eso lo dicen las agencias de inteligencia que, casualmente, dan paso al
FBI para que investigue. Mensaje más explícito que subliminal: el señor que va a jurar el cargo de presidente de los Estados Unidos el próximo lunes es un chorizo. Y lo decimos nosotros, antes de que se convierta en nuestro jefe… y de que nos eche, naturalmente. Ya saben: ahora que me voy del convento, me cisco dentro.
Además, si Trump es un tramposo, deberían haberlo puesto en conocimiento de la justicia en cuanto lo supieron.
Pero nunca las
cloacas del Estado se habían atrevido, como una Meryl Streep cualquiera, a criticar al elegido por los norteamericanos antes de que tome posesión.
Y si no lo consiguen (falta poco más de una semana) lo harán con un
impeachment tras la toma de posesión.
Es decir, que las elecciones presidenciales norteamericanas fueron un farsa. Ahora ya no: ahora, en el periodo postelectoral,
la farsa es el conjunto del país: la enternecedora y llorosa, muy llorosa, salida de los Obama la obsesión con los rusos y el golpe de estado para convertir a Trump en un presidente bajo sospecha.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com