• ¿Por qué cada día resultar más difícil confesar en España?
  • Los sacerdotes han cogido pánico al confesionario.
  • Y exhiben mil excusas para no entrar en la garita.
  • ¿Qué tendrá que hacer un cura que sea más importante que confesar?
  • Los confesionarios vacíos constituyen la evidencia más clara de la crisis de la Iglesia.
  • Mejor confesar mientras podamos.
Es algo muy sencillo de comprobar qué difícil resulta hoy confesar en España. Casi nunca hay sacerdotes confesando -en muchas iglesias, nunca-. La excusas para que los clérigos no entren en la garita son miles: no se puede confesar durante la misa, me pongo cinco minutos antes del comienzo de la eucaristía, tengo que hacer alguna profunda obra de misericordia, etc., etc. Es verdad que la macedonia mental que nos adorna en este siglo, así como la tendencia a confesar sentimientos o de utilizar al clérigo para acusar al prójimo de sus graves ofensas contra el penitente, esto es, la pérdida del sentido del pecado, han convertido la garita en un pozo de tortura para los presbíteros. Pero también es cierto que los propios confesores acuden al sacramento de la Penitencia como un castigo, que les exige tantas veces entrar en conflicto con los malformados para bienformarles. Pero no olviden lo de Santo Tomas: "el menor bien de gracia es superior a todo el bien del universo". Además, sin confesión no puede haber arrepentimiento, ergo imposibilitamos a Cristo para ejercer su Misericordia con nosotros. Sin confesión, tampoco puede haber eucaristía, salvo para aquellos que estamos siempre libres de pecado: el que suscribe y algún otro santo perdido por el mundo. Curas: ¡Dejaos de coñas y a confesar! Horas, muchas horas. Y, en cualquier caso, mejor confesar mientras podamos. Los confesionarios vacíos constituyen la evidencia más clara de la crisis de la Iglesia. A fin de cuentas, ¿qué tendrá que hacer un cura más importante que confesar? Eulogio López eulogio@hispanidad.com