- La parrillada de credos no es más que pretender igualar lo desigual.
- Los actos interreligiosos e interculturales son un desprecio a Cristo, único Dios verdadero, pues suponen igualar lo desigual.
- Y lo de los actos inter-conviccionales no son más que una horterada.
- La diversidad no consiste en pensar lo mismo que el otro sino en respetar al otro.
- Y el respeto al diferente no consiste en cambiar mis principios sino en creer en su rectitud de intención aunque pensemos que está en un error.
El titular no es mío: lo tomo prestado de
La Vanguardia: Dios en el Museo. Era la crónica de un
acto "interreligioso e intercultural" (la cosa ya suena hortera que te pasas) celebrado en
Las Ramblas de Barcelona y de otro en la localidad tarraconense de
Cambrils. Lo de Cambrils, con alcaldesa de
ERC, es aún mejor, por cuanto el acto convocado en memoria de las victimas de la salvajada islámica no sólo era interreligioso e intercultural sino también,
interconviccional, que se supone habla de convicciones.
Ahora bien, aquí hay un problema de índole filosófica y otra de índole práctica. El
filosófico: si
Cristo es el verdadero
Dios no puede serlo ningún otro. Por tanto, todos podemos honrar a las víctimas pero no es posible casar contradicciones.
Los actos interreligiosos significan que ninguno de los participantes cree en sus presuntas convicciones, dado que pone lo uno en paridad de estima con lo otro.
Cristo no es Alá y si crees en Jesucristo no puedes creer en Alá.
Práctico: respetar no es aceptar, ni rechazar es ofender.
En definitiva, todo lo interreligioso y lo intercultural es una
cursilada de mucho cuidado. Lo interconviccional más que hortera supone la
macedonia mental máxima de los tiempos modernos: creer en algo y en su contrario. La diversidad no consiste en pensar lo mismo que el otro sino en respetar al otro. Y
el respeto al diferente no consiste en cambiar mis principios sino en creer en su rectitud de intención aunque pensemos que está en un error. Y, de paso, en ver la parte de razón que pueda tener en sus planteamientos.
Por cierto, la guinda de los actos de Las Ramblas y de Cambrils la pusieron las lecturas: se leyó la
Biblia, el
Corán… y la
Declaración de los Derechos Humanos.
Es decir, a este cacao mental se añadió, a esta parrillada de credos, se añadió la
nota sincretista: la
Iglesia-ONU. El único que faltaba era Cristo, que nada tiene que ver con la pantomima de la presencia "católica" en estos actos-horteras.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com