Se trata de un vídeo de 7 minutos de duración, realmente brillante. En absoluto realista. Todo lo contrario, anima a acoger al inmigrante que huye de la esclavitud o de la miseria. Ni tan siquiera exige -aunque esté latente- lo que siempre hemos dicho en Hispanidad: un católico tiene la obligación de acoger al inmigrante... lo que no es incompatible con exigirle que respete la fe, cultura y tradiciones de la España que le acoge y a la que debe estar agradecido. 

Algunos datos del vídeo se han quedado desactualizados, pero la mayoría de ellos son atinados, incluidos en los que se ha quedado corto, como el de deuda pública. 

Por tanto, conviene leerlo y con atención. Concluye que los españoles no maltratan al inmigrante; todo lo contrario, le ayudan mucho más que al español. En especial, con la profusión de rentas sociales existentes -es decir, subvenciones a cambio de nada- que constituyen el mal del siglo XXI. Si nos acostumbramos a alimentar vagos estaremos creando dos problemas: 

  1. La productividad se despeñará -ya se está despeñando- si me pagan por no hacer nada: ¿por qué habría de deslomarme 40 horas por semana? ¿Para la pensión? Es igual, si el sistema púbico de pensiones contributivas está quebrado y las pensiones no contributivas cada día se aproximan más a las contributivas. Además, no se pueden cobrar dos salarios trabajando en una sola empresa pero sí se pueden cobrar dos y hasta tres subvenciones (gobierno central y autonomías, subsistencias y alquiler, etc). En definitiva, estoy creando un agravio comparativo y un horizonte donde todo español currante solo piensa en prejubilarse para que dejen de exprimirle con bajos salarios y altos impuestos.
  2. El que no trabaje que no coma. Alimentar vagos ni levanta España ni levanta al Tercer Mundo. Para levantar al tercer Mundo no hay que acoger lo mejor de los países desarrollados: lo que hay que hacer es ayudar a esos países en su propio terreno... y que los mejores, los inmigrantes, no se marchen de su patria.

Espléndido vídeo. Merece la pena echarle una mirada. O dos.