Víctor Manuel 'Tucho' Menéndez, nombrado por el Papa Francisco nuevo prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, decía esto el pasado mes de marzo. 

Según él, la Iglesia, pero fue inconscientemente, que conste, cayó en el error de clasificar a la gente... durante siglos. En efecto, esto empieza a ponerse interesante.  Para Don Tucho, clasificar a la gente es, por ejemplo, decir quién puede comulgar y quién no. 

Verá, monseñor, cuando Cristo decía aquello de no juzguéis y no seréis juzgados (y se refería al concepto del juicio como condena, no al juicio como discernimiento) aludía al juicio de un hombre sobre otro hombre no al de la Iglesia católica sobre la doctrina cristiana. En ese sentido, si la Iglesia no juzga, si no decide lo que está bien y lo que está mal, cómo iba a enseñar, el qué iba a enseñar. 

La Iglesia tiene un primer deber de juicio: el necesario para explicarnos a la grey lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, explicarnos las normas necesarias para comulgar, como es estar en gracia de Dios. Y los católicos estamos obligados a obedecer esa norma.

Pues bien, que esa especie de limbo moral, donde nadie esta obligado a nada ni nadie tiene culpa de nada, es el que ha creado nuestra sociedad homicida. Sí, homicida, porque sin arrepentimiento el ser humano acaba en la muerte, siempre- no hay vida cristiana.

Lo de no juzguéis y no seréis jugados se refería a las personas, no al Cuerpo Místico de Cristo, cuya obligación es, precisamente, discernir

Hasta aquí lo que cualquiera puede entender. Ahora bien, que el responsable de decir lo que está bien y lo que está mal, el Santo Oficio, vaya a tener un máximo responsable que considera que las calificaciones morales atentan contra la caridad es como para echarse a temblar. Oiga, ¿qué es una doctrina sino aquello que distingue lo que está bien de lo que está mal?

Y en todo caso, repetimos: esto es como correr con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios. Justo cuando la grey cristiana vive un momento de confusión general, justo cuando el Santo Oficio tiene una más urgente labor de clarificación, el prefecto nos sale con que la clasificación moral es una grave atentado contra la dignidad personal. Entonces, ¿de qué puñetas se va a encargar la Sagrada Congregación? 

Vean el vídeo de Tucho, pero no juzguen: eso está muy feo.