Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la asociación católica de Propagandistas y la universidad San Pablo CEU. Estrella invitada, y bien invitada, el arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia Episcopal norteamericana, el hispano José Gómez.

Noticia, morbo y virtud. Noticia, su alocución sobre el movimiento Woke, que quiere decir muchas cosas y ninguna. Como toda frivolidad -y el Woke no deja de ser otra frivolidad estadounidense- puede definirse como un movimiento nacido en la bestialidad del Black Lives Matter -sí, he dicho bestialidad- alimentada por el Partido Demócrata, por Joe Biden y Nancy Pelosi que querían echar a Trump de la Casa Blanca.

Pero como a toda ideología hay que proporcionarle un contenido, el Woke se identifica como la identidad es decir, con una época donde la identidad se ha convertido en algo más importante que la ideas, que los principios... y más importante que Cristo.

Monseñor Pepe Gómez lo ha explicado mucho mejor que yo y se ha ido adonde debía ir: a que ninguna identidad puede sustituir a Dios y a que el movimiento Woke es sustancialmente ateo y social y políticamente rabioso, aunque se disfrace de lucha contra el racismo, con la brecha de género o contra el fascismo redivivo.

En plata: el Woke no es otra cosa que otro mecanismo Nuevo Orden Mundial (NOM), de lo políticamente correcto e impuesto, que tiene el mismo objetivo de siempre: liquidar a la Iglesia de Cristo. No lo conseguirá.

Una última anotación a la que también ha hecho mención el obispo Gómez durante su alocución en Madrid, en la mañana del viernes: el Woke lucha por sus 'derechos' pero con extraordinaria agresividad y violencia. Ya saben, como ese invento jurídico de los delitos de odio, donde el acusador es la víctima y el acusado el verdugo, donde el acusado debe demostrar su inocencia y el acusador juzgar si le concede el perdón o le envía a la cárcel porque no le gusta lo que piensa.

De la noticia al morbo. Monseñor Gómez habla en Madrid tras el montaje que Joe Biden realizó en el Vaticano aprovechando su visita la Papa Francisco. Dejando a un lado las mentiras de Biden, lo cierto es que el Vaticano ha impuesto a los obispos norteamericanos (que son mayoría, Juan Vicente Boo, no minoría de trumpistas) que no prohíban recibir la comunión a los aborteros Joe Biden y Nancy Pelosi. 

Pues bien, Gómez ha obedecido aunque muchos católicos consideramos que la razón la tenía Gómez, no el Vaticano. Simplemente, es un hombre de Dios. 

Sin embargo, Gómez no se ha revuelto contra el Papa, es decir, que el morbo de su visita es compatible con su virtud de la obediencia. 

Estoy seguro que le habrá costado un potosí y sólo merece un gran aplauso.