La idea no es mía sino de un lector de Hispanidad -y de Religión en Libertad- de nombre Jesús Moreno Damas, quien que me envía el siguiente artículo. Ojo al dato:

El supuesto beneplácito del Papa a Biden para comulgar: ¿una mentira de Biden?

Recientemente, Biden ha dicho que el Papa le ha dicho que puede recibir la comunión:  

 No me extrañaría que fuese una mentira de Biden, porque:

 - Si Francisco pensase así, lo más razonable habría sido ver a Biden comulgando en una Misa privada con el Papa, pues una imagen vale más que mil palabras. Pero, qué raro, esa foto no se ha publicado nunca... 

- Y si Francisco no pensase así, pero Biden quisiese hacerlo creer, ¿qué mejor modo que decirlo públicamente tras entrevistarse con él? Justo lo que ha sucedido.

Para más información, hace unos meses Santiago Martín relató una noticia que consideraba que probablemente fuese cierta: la diplomacia americana había solicitado al Vaticano que Biden pudiese asistiese a una Misa con el Papa, pero el Vaticano había rechazado la posibilidad de que asistiese y comulgase en dicha Misa:

El texto de don Jesús es tan breve como enjundioso. Me apunto, también, a la convicción de que el viscoso presidente norteamericano ha mentido. 

Es cierto que la actual política de información vaticana me saca de quicio y no soy el único periodista al que le ocurre. Más que aclarar, confunde. ¡Cómo añoro a Joaquín Navarro Valls, el dircom de Juan Pablo II!

Y es cierto, también, que las sonrisas de la entrevista Francisco-Biden, el tiempo que le dedicó el Pontífice al, como creo haber dicho antes, venenoso católico Joe Biden convierte en verosímil la presunta mentira de Biden. 

Porque también tiene razón Moreno y eso sí, pude contrastarlo con fuentes, no vaticanas, aunque sí clericales, que durante su anterior visita a Europa para la Cumbre de la OTAN y para su entrevista con Putin, el bueno de Joe, como apunta Santiago Martín, pretendió forzar al Papa a que le permitiera oficiar la misa en Santa Marta y que el propio Francisco le diera de comulgar. Hubiera sido su gran victoria sobre la Eucaristía. Porque Biden no huele ni a ateo ni a hereje, ojalá: a lo que huele es a sacrílego, a profanador.

Además, si realmente le dijo que hiciera mangas y capirotes de los obispos norteamericanos, ¿por qué no le dio la comunión el propio Papa? No tiene sentido. Una imagen, perdón, un hecho, hubiese valido más que mil debates en la oscuridad.

Así que, a lo mejor, Francisco no le dijo a Biden lo que él dice que le dijo. Pero no pasaría nada porque algún portavoz vaticano ratificara la sospecha… a fin de evitar el escándalo y aunque eso supusiera poner en berlina al hombre más poderoso, y mas venenoso, del mundo, uno de nuestros peores ciudadanos y cuya ‘gesta’ romana no podía acabar ahí. Porque la última es que, tras advertir y dar como cierta su propia opinión de que el Papa Francisco le animaba a comulgar… se fue comulgar a Roma, tal y como hace en Washington bajo la cobertura del cardenal arzobispo de Washington, otro cristiano ejemplar, monseñor Wilton Gregor

Biden perpetró su reto en una Iglesia romana, que no en el Vaticano, de nombre San Patricio y también lo cuenta Religión en Libertad. Por cierto, muy buenas las razones de Joe Ciccone (no, no es un mafioso siciliano, es el párroco de San Patricio) asegurando que todos somos pecadores. Hombre sí, Joe, pero verás, el Catecismo asegura que, precisamente, la condición primera para recibir la sagrada comunión es estar libre de pecado mortal y que, de otra forma, te tragas tu propia condonación.     

Ahora bien, la pregunta sigue en pie: ¿si es verdad Joe, que el Papa te animó a seguir comulgando, por qué no le pediste la comunión a él y te fuiste a San Patricio?

En cualquier caso, y dado el escándalo causado, no pasaría nada porque el Vaticano aclarara si el Papa le dijo al presidente norteamericano que no hiciera caso a los obispos de su país, cuestión canónicamente importante en plena era de la sinodalidad y sobre todo si también le dijo que siguiera comulgando tranquilamente, cuestión central, importante y relevante, sin apellidos.