Sr. Director:
Rompo una lanza por el arzobispo australiano cardenal Pell, hombre serio y valiente, clérigo fiel. Como colaborador del Papa Francisco (uno de los 9), trabajó por ordenar la economía vaticana, su último cargo. En 2017, lo condenó un tribunal popular sin ver ni oír al acusador – uno solo y sin testigos-. Juicio de apelación: 21 -8 19. “Dos de los tres jueces, Maxwell y Ferguson, ven creíble el relato del único testigo y acusador”. El otro, Weinberg, lo ve "implausible y poco convincente". Pell siempre dijo: "la idea de abusos sexuales es aberrante para mí".
Respeto a los jueces, y quiero decir que, en mi opinión, ninguna persona de buena voluntad y buen juicio podrá creerse la crónica del acusador, con circunstancias que la hacen inverosímil. Leo: “El jesuita y abogado australiano Frank Brennan repasó el caso y señaló las inconsistencias de la acusación contra Pell en la revista jesuita Eureka Street. Brennan sabe de tribunales: es el hijo mayor de un antiguo juez del Tribunal Supremo Australiano. También acumula premios de derechos humanos por su activismo social”. Dice Brennan: “el juez explicó que las víctimas de abusos a menudo no recuerdan bien los detalles. En el Parlamento, la televisión y otras instancias, se repitió durante dos años una y otra vez que "hay que creer a las víctimas. Libros y canciones porque daban por culpable al cardenal se difundieron insistentemente. Pell cae mal a muchos por ser conservador en moral y valores” (RL, 21-6-2019). A Pell, con razón, lo asemejan a San Atanasio.