Sr. Director:
Apenas juró la presidencia de USA, le faltó tiempo para sentarse en su despacho y comenzar a firmar decretos que constituían el primer paso para cambiar las cosas, según lo que había prometido durante su campaña electoral. Y dicen que firmó tantos decretos, que en los últimos tenía ya la mano dolorida. Desde luego en esto comparar a Trump con nuestros políticos resulta impensable, porque aquí lo suyo (lo de ellos) no es cumplir lo prometido, sino que va siendo normal hacer justo lo contrario de lo que prometieron. En tiempos donde estas preguntas aún podían lanzarse sin escándalo de animalistas, un célebre político se planteaba en uno de sus discursos públicos ¿cómo había que cortar la cola de un gato? A lo que él mismo respondía que había que hacerlo de un solo tajo, porque si se hiciera a rodajas, el gato no se dejaría. Y mucho antes Abraham Lincoln se había preguntado también respecto a otra cola, la del perro, que si llamáramos cola a una pata ¿cuántas patas tendría un perro? Y respondía que cuatro; ya que llamar pata a la cola, no la convertía en pata. Aunque se comprende bien lo que cada uno quería expresar con sus retóricas cuestiones, posiblemente las enseñanzas que contenían serían hoy rechazadas por la mayoría de nuestros políticos, que se perderían en mil disquisiciones. No es el caso de Trump, que aborda el programa que prometió con directa inmediatez y sin pararse en esas excusas que tanto gustan a nuestros mandatarios para eludir sus compromisos.