Abadía de Lerma
Sr. Director:
El coronavirus copa comentarios familiares, telefónicos, de wassap y demás redes sociales. La pandemia nos ha sorprendido como un ladrón, y son muchas las preguntas que nos hacemos. La preocupación por el trabajo y la economía; por la salud y la muerte que planea desde el coronavirus, lleva, a muchos, a profundas reflexiones trascendentales, que exceden lo inmediato y visible. En las primeras cuatro semanas del confinamiento, las visitas a la web de Filosofía de la Universidad de Valencia fueron de 60.000 páginas, lo que evidencia -dicen desde la UCV- que “la pandemia ha golpeado la consciencia de las personas (…) y hay que dar soluciones sanitarias y económicas, pero también respuestas filosóficas desde una perspectiva cristiana”.
Las preguntas llueven en los conventos. La Madre Verónica Berzosa, la célebre Clarisa de Lerma ( en su congregación, “Jesu Communio”, ingresan cientos de jóvenes; muchas, universitarias), confiesa: “Desde el inicio de la pandemia una lluvia de llamadas cayó sobre nuestra casa. Creyentes y no creyentes expresaban todo tipo de dudas, dolor, lágrimas, impotencia, rabia, esperanza, petición de oraciones… Todas traspasaban nuestro corazón y, como Iglesia orante, eran presentadas ante nuestro Señor”, Así surgieron las reflexiones de Sor Verónica - se pueden seguir por Internet- “sobre el verdadero fundamento de la esperanza humana y la fragilidad de los ídolos en los que, no pocas veces, el hombre busca su salvaguarda”. En una de esas reflexiones, la Madre Verónica dice: “Reconozco como don incomparable tener Fe”. Luego, parafraseando a San Pedro, suspira: “A quién vamos a acudir, si sólo Tú tienes palabras de Vida Eterna?”
Los católicos –En España, lo somos la mayoría- se ven movidos a una práctica más intensa de la Fe. Miles de fieles siguen, incluso a diario, la Santa Misa por radio, televisión, Internet o wassap. Hay hambre de Dios, y se echa de menos la Eucaristía presencial, “concreta” que dice el Papa. Miro, por ejemplo, las entradas de un día cualquiera en Santa María de Caná (Pozuelo): viernes 24, Misa de 20 h 5.205 visualizaciones; meditación del 11 de abril emitida en directo, 11.061 visualizaciones.
Los sacerdotes, en general, están muy activos: misa diaria ( bastantes, se retransmiten por youtuve; por Internet, en 13 TV y en TVE-2); meditaciones online, cadenas de oración y solidaridad con los mayores. Con la prudencia necesaria, acompañan y consuelan a enfermos y a otras personas vulnerables; ayudan a los necesitados a través de Cáritas; administran el sacramento de la unción cuando son requeridos en hospitales y domicilios…Una vecina mía en el pueblo, al darle el pésame por su padre, vía telefónica, me decía, anegada en llanto: “fuimos al cementerio sólo mi marido y yo, y el Sr. Cura, que fue a ayudarnos a meter la caja”.
Una cosa tengo muy clara: la necesidad de la oración para implorar la Misericordia del Señor por nosotros y por el mundo entero. Es urgente rezar por la conversión de los pecadores y pedir perdón a Dios por nuestros pecados. Como dice la Sagrada Escritura – lo recuerdan las Apariciones en Fátima-, “la raíz de todos los males es el pecado”. Hoy, hay pecados muy graves y globalizados: idolatría, impiedad y olvido de Dios; pecados contra la vida, como el aborto y la eutanasia, promovidos por los gobiernos; pecados de lujuria y contra natura; soberbia y loca ambición … “Frente a esto sólo puede oponerse la fe, la religión como la consecución de los más altos valores. Yo creo que esto es lo único que podemos oponer frente a toda acción moral desviada. La única resistencia es la de la luz de la fe en el amor a Dios” P. Fortea, conocido exorcista).