Sr. Director:
"El egoísmo es el mal del siglo XXI", afirma Patrice Leconte, cineasta francés.
Cuando se habla de defectos, se hace alusión a carencias. El egoísta es individualista y le falta generosidad, visión amplia, porque sólo mira su propio "ombligo"; suele moverse por interés personal y menosprecia los derechos de los otros, no acierta a valorar el espíritu generoso; está abocado a la avaricia, a la ambición desmedida, incluso a la codicia.
Entre las clases sociales, la más dominada por el egoísmo quizá sea la burguesa (ricos con negocios); si bien, también, entre ellos, los hay con sentido social y moral. Egoísmo es estrechez, pobreza de sentimientos. Conozco a una empresaria que, enfadada, se quejaba a su empleada, una joven universitaria como ella: "tú no vales para los negocios". ¿Motivo? La chica, a los pobres y enfermos, les ofrecía consejo y les servía lo ya retirado pero útil todavía, en lugar de un producto caro y menos adecuado. Ante su enfado, la joven le replicaba: "la sinceridad atrae a los clientes y la codicia los aleja, además de que corroe el corazón".
Entonces, chillaba histérica: "¡Me estás diciendo mala!". El egoísmo afea el alma, y, quien por él se guía, pierde alegría porque carece de bondad; pierde la estima de los otros porque no es capaz de prestar ayuda; si tiene un negocio, incluso puede perder clientela.
Los egoístas difícilmente son misericordiosos, y así es muy difícil entrar en el Reino de los Cielo, que es la felicidad eterna por el Amor, para el que fuimos creados.
Josefa Romo
Las empresas familiares se rompen. Del Pino fue el pionero, los Botín y los Entrecanales, los próximos
13/12/24 16:58