Cuanto dolor sentido me produce,
verme vejada y degradada,
al ser maltratada, utilizada,
para ofender blasfemamente,
por quien al no tener talento,
confunde la belleza de la sátira,
con palabras groseras mal copiadas.
Y degrada su cuerpo femenino,
insultando a las madres de los hombres,
y a la suya propia y a su sexo,
rebajándolo al nivel del animal,
que todos llevamos dentro.
Olvidando el espíritu de los poetas,
que hacen que mis versos,
sean de la música, lo excelso.
Y eso en mi nombre lo urde,
diciendo que es poetisa,
quien no tiene talento para ello.
Y por lo mismo, yo poesía,
la denuncio y me rebelo.
Y en desagravio,
A la madre de las madres,
y aquellas que fueron ofendidas,
les dedico los siguientes versos:
Y es la mujer,
femenina, compañera,
que al hombre con su amor
le da fuerza, fortaleza; pilar, piedra,
dónde la humanidad se asienta.
Hogar que da la vida por excelencia.
Que aconseja, instruye, y enseña
a vivir y morir, a quien el hombre
llama con su último aliento:
¡Madre! , por materna.
J. R. Pablos
La Iglesia española se enfrenta a Sánchez y se opone a la derogación del delito de ofensas a los sentimientos religiosos, o sea, a la legalización de la blasfemia
11/12/24 12:10