Sr. Director:
Las playas se han convertido en un espectáculo indigno de ver.
Señoras y señoritas de todas las edades, han pensado que su mejor propuesta para los presentes es dar a conocer sus íntimas partes, aquellas que deberían taparse, no ya sólo por la mayor sensibilidad de la piel de los pechos al astro sol, sino por pura decencia, cosa que se ha perdido totalmente hasta el punto de que los televisores y artilugios "internéticos", nos traen, dentro de su abundante menú, destapes y actos sexuales de todo tipo, amenizados por un acompañamiento musical para hacerlos irresistiblemente románticos.
¿Estoy en contra del sexo? No, estoy a favor de una sexualidad sana plantada en el seno del matrimonio, esto es, de un compromiso que sólo la muerte puede quebrar, el cual es el más idóneo para la estabilidad psíquica y emocional, tanto de la pareja como la de los hijos.
Ahora está todo vuelto patas arriba y lo que Dios instauró para nuestro beneficio, esto es, el contrato matrimonial que hoy se rompe con más facilidad que el de compraventa de una lavadora, ha sido distorsionado hasta el punto de que uno se puede casar con su perro, con varias mujeres e incluso consigo mismo.
Pero no siendo profeta de desgracias, soy realista y veo que un mundo que ya pierde población en muchos lugares, no puede ser viable a la larga, y si el topless me ha llevado al matrimonio es porque todo está unido. A la mujer que le gusta exhibirse públicamente es que tiene ganas de ser admirada y poseída aunque sólo sea con un pensamiento impuro.
Esa mujer no puede guardarse para su marido, y ni siquiera quiere uno, porque le coartaría su libertad salvaje de hacer lo que quiera, con quien quiera y sin que nadie la cohíba.
Si los jóvenes hoy no se casan es porque la mujer se ha echado a perder y ya no sabe lo que quiere. ¿Triunfar en lo profesional, tener un cuerpo envidiable? Sí, pero, qué le queda de su gran don, el que Dios le dio para criar hijos y traerlos al mundo para continuar con la estirpe humana para ser luego transplantada al Cielo?
La mujer debe centrase en la familia porque de lo contrario se convierte en un ser errante que sólo acaba perjudicándose a sí misma sin haber entendido que su cuerpo no es una obra de arte para ser admirada por cualquiera, sino mucho más, porque una entidad espiritual, el alma, lo acompaña y ambos están llamados a ser integrados como hijos de Dios en la Tierra y en el más allá sujetándose a una normas de conducta dictadas por su Creador: los 10 Mandamientos.
Queremos playas limpias de contaminación visual. ¿Es mucho pedir a la inmersión rabiosamente ecologista que hoy se nos impone?
María Ferraz
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12/12/24 19:13