Sr. Director:

Oyendo la opinión de algunos sobre el grave episodio del asalto pacífico a la frontera de Ceuta, cabe el riesgo de parecer despiadados si no logramos conmovernos ante esta «gran crisis migratoria y humanitaria causada por quienes huyen del hambre, la miseria, la enfermedad y la persecución política»... Mas, al margen de cuestionar la sinceridad y/o ingenuidad de quienes emiten tan seráficas opiniones, lo que más nos conmueve a algunos es la indefensa población de Ceuta, incluyendo a sus fuerzas de orden público, sometidos a la sempiterna presión marroquí y al usual abandono del Gobierno español. 

Porque no se está ante una crisis migratoria y humanitaria cuando la inmensa mayoría de las personas no vienen desnutridas ni perseguidas ni huyendo... Estamos cruda y simplemente ante una turba azuzada y utilizada, de nuevo, como mero instrumento de presión por el Gobierno marroquí. Y lo que constituye una auténtica canallada criminal es que sus preferidos peones en este sucio juego sean los niños (por cierto: ¿dónde están las niñas?) buscando las emotivas imágenes que puedan generar. Interpretar todo este montaje como una crisis humanitaria es puro buenismo cegatón.

Líbrenos Dios de la maldad, pero también de ese buenismo (ingenuo o no, diferente de la bondad) que, si directamente no nos mata, nos suele conducir pacíficamente al matadero.