Sr. Director:

En Occidente anda el sector del feminismo más exacerbado muy revuelto denunciando ausencias del lenguaje inclusivo y eso que llaman «micromachismos»: sutiles manifestaciones del dominio machista que se ocultan tras gestos aparentemente inocentes, como ceder el paso a una mujer, abrirle una puerta o facilitarle alguna maniobra que le pudiera resultar enojosa, etc.

Detectar estas terribles acciones implica una ardua y extenuante labor que requiere toda la atención; y esto quizás explique la escasísima atención con que estas mismas feministas reaccionan frente a las gravísimas limitaciones que la religión y cultura islámica imponen a la mujer.

Ahora que volverá a regir la sharía en Afganistán convendría recordar que allí a las mujeres se les prohibirá: ir al colegio y estudiar, abandonar la casa y pasear sin que las acompañe un hombre de su familia, maquillarse y pintarse incluso las uñas (castigado con la amputación de un dedo), lucir joyas, mostrar el rostro, ir sin burka, reír en público, cantar, hablar sin que antes le hayan dirigido la palabra, mirar a los ojos a los hombres, trabajar (se supone que fuera de sus casas), y por supuesto cantar, bailar, pintar cuadros, leer libros o ver películas; además de ser lapidadas en caso de adulterio.

Ricas aportaciones de la multiculturalidad talibán frente a los misóginos micromachismos occidentales.