Sr. Director:
La Exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la santidad es una magnífica oportunidad para recordarnos que hay demasiadas fuerzas que tiran hacia abajo. Por ejemplo, y aunque no es una novedad en las palabras del Papa, sí lo es en su formulación, esos puntos 158-162 dedicados al demonio.
Como en todo texto extenso, hay momentos memorables y otros de transición; hay afirmaciones sorprendentes y otras de uso habitual; hay perspectivas que enriquecen y otras que pertenecen al común de santos, que también enriquecen en otro tiempo. Hay temas presentes y otros ausentes.
Y, como es frecuente en el Papa Francisco, en este escrito, en no pocas ocasiones, hay una tensión de superación de las dialécticas que se dan en las diversas formas de vida cristiana, un realismo que sigue sorprendiendo.
El Papa Francisco ha querido ofrecer un regalo a los cristianos desde lo común: la vocación y misión a la santidad. Una presentación de la existencia cristiana desde la experiencia de centralidad del ser, de la identidad. Si alguien nos preguntara ahora qué significa ser cristianos, quién es un cristiano, esta carta serviría y mucho.
Ahora toca ponernos cada uno en estado de santidad, y a la Iglesia, y a las parroquias, y a las realidades eclesiales, en misión de santidad.