Sr. Director:
La defunción de Fernando Balbuena, tan inesperada, ha dejado una impresión muy sentida en Avilés. Todavía recuerdo que hace unos días acudí a su prestigiosa óptica para solicitar sus esmerados servicios, donde recibí una buena atención tanto por José Luis como por su hija Aurora. Hablé con él y me dijo que se encontraba con algunas dolencias y dificultades, pero aún así acudía a su gran pasión atender a sus clientes con verdadera ilusión. Hace unos días leí su último artículo en La Nueva España: Torre de Babel en el que exponía una entusiasta defensa de la Lengua Española, tan maltratada en estos tiempos. La Nueva España era una de las muchas tribunas en las que don Fernando exponía sus muchos y acertados conocimientos: en Sociología, Derecho e Historia. Coincidí con él en la Directiva del Ateneo Jovellanos, de la que fue Vicepresidente, en donde con frecuencia, era orador brillante. Miembro de número de la Academia de Doctores de España, era un entusiasta defensor de los valores de Asturias (PAÏS) en las diversas instituciones en las que participaba. En los Cursos de la Granda fue un directivo comprometido y participativo. Don Fernando era artista: melómano mozartiano y poeta y amigo y animador de poetas ellas y ellos.