Sr. Director:
Nuestro tiempo sigue planteando muchas de las cuestiones bioéticas que se abrieron con la revolución del 68, y nos desafía a hablar al hombre de hoy de las verdades fundamentales del cristianismo que no pasan, que siempre hay que proponer siguiendo la tradición de la Iglesia, pero haciéndolo de una manera nueva y respondiendo a las dificultades y preguntas de este momento histórico. Como ha reconocido Monseñor Ladaria, la Iglesia vive un tiempo de importantes dificultades pero también de una gran esperanza.
El Papa Francisco nos anima a todos una y otra vez a la esperanza. Una esperanza que no se basa en nuestras propias fuerzas sino en Dios, que nunca defrauda. Una esperanza cuyo anuncio es, si cabe, más urgente, en un tiempo marcado por un creciente nihilismo, en el que las certezas de la fe cristiana ya no son compartidas por gran parte de nuestros contemporáneos.