Sr. Director:
Como la Universidad española ha alcanzado elevadas cotas en el ámbito intelectual (ji,,ji) formativo (ja, ja) e investigador (juás, juás), Joan Subirats, ministro de Universidades, ha creído conveniente descender a asuntos menores descolgándose con unas declaraciones contra las tunas, porque cree que deberían ser mixtas. Al parecer, no le gusta que no estén integradas por mujeres y hombres; y posiblemente menos aún, que éstos sean heterosexuales en su inmensa mayoría: dato que resulta repugnantemente imperdonable en estos tiempos de avanzada pluralidad de géneros.
El pasado diciembre, ya anunciábamos la grave amenaza que supondría para el futuro de las tunas, el error de haber invitado a la ministra de justicia a la tradicional cena en Sevilla de la Tuna de Derecho, en la vigilia de la Inmaculada. Sospechábamos que posiblemente la señora Llop aprovecharía para tomar notas acusatorias de tan ancestral institución, e informaría a sus colegas y colegos ministeriales sobre la necesidad de una urgente intervención que erradicase el macromachismo que significa rondar y piropear a mujeres con nocturnidad, pero sin alevosía. Desgraciadamente, ahora comprobamos que se han cumplido nuestras peores previsiones y el piquete feminista progresista realiza su primer movimiento demoledor contra la tuna, señalándola como nuevo objetivo a abatir.
Como diría su graciosa majestad feministra, Marisú Montero: «Chiqui, es que lo de la tuna se veía de venir».