Sr. Director:
Es una pena que se vaya perdiendo la enseñanza de las fábulas, género literario donde brillaron especialmente en España Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte. No obstante, de vez en cuando alguna sale a la palestra mencionada incluso por ilustres parlamentarios. Como ha sucedido en el reciente debate sobre la moción de censura al Gobierno del doctor Sánchez, donde se volvió a recordar aquella tan conocida fábula de Esopo, del escorpión y la rana... Las fábulas constituyen un elemento didáctico de indudable utilidad, no solo para niños. Muy aleccionadora resulta aquella otra de Iriarte, del oso, la mona y el cerdo, que relata la historieta de un oso que estaba ensayando su danza sobre dos patas y recabó la opinión de sus dos observadores: una mona y un cerdo. La mona, que algo sabía de bailes, le contestó al oso que lo hacía muy mal, mientras que al contrario el cerdo le colmó de elogios. Ante tan contrarias valoraciones reflexionaba el oso: «Cuando me desaprobaba la mona llegué a dudar, mas ya que el cerdo me alaba muy mal debo de bailar. Guarde para su regalo esta sentencia el autor: si el sabio no aprueba, malo; si el necio aplaude, peor. Moraleja: "Nunca una obra se acredita tanto de mala, como cuando lo aplauden los necios". Sustitúyase en la moraleja a los necios por los enemigos, y obtendremos similar beneficio en la enseñanza.