Los efectivos de la Guardia Civil han recibido órdenes para impedir las sonoras caceroladas a las puertas del célebre casoplón de Pablo Iglesias e Irene Montero en Galapagar. Con la excusa de que provocan «contaminación acústica» que perjudica a las especies animales del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama junto al chalet de los líderes de Podemos -no sabemos si en la parcela del vicepresidente y su pareja, Irene Montero, también habitará furtivamente alguna de tales especies- los agentes están desactivando el ímpetu ruidoso de los vecinos que acuden cada tarde a la calle de los dirigentes de Podemos.

Desde este lunes no se pueden golpear cacerolas frente al casoplón con una generosa terreno de 2.300 metros cuadrados con piscina. No obstante, los manifestantes críticos con la gestión del Gobierno de la crisis del coronavirus seguirán agitando pancartas y banderas españolas mientras dan paseos alrededor de la propiedad.

Además, los agentes de la Guardia Civil procedieron este lunes a identificar y tomar nota de los datos personales de los manifestantes.

A quien no han podido silenciar es a la vecina que vive frente a Pablo Iglesias. Su cacerola se ha oído perfectamente a partir de las nueve de la noche. «Lo hace todos los días», dicen los vecinos. Como lo hace desde su vivienda, los agentes no pueden hacer nada -a no ser que perturbe a alguna de las especies protegidas del entorno natural de La Navata-.