China, Arabia… La clave está en la libertad religiosa
Lo dio el presidente chino Xi Jinping (o algo parecido), uno de los hombres más poderosos del mundo pero de los que no somos capaces de recordar su nombre: las religiones de los chinos deben ser chinas y sin influencias extranjeras.
Supongo que don Xi pretende comprender el pato laqueado en religión nacional. Ya lo decía Astérix: "¿Belcebú? Debe ser un dios extranjero".
La China actual, primera potencia del mundo, es también el mayor fraude del mundo, una tiranía repugnante que se inventa el nacionalismo para parar a la única religión que teme: el cristianismo. No lo conseguirá.
Hispanidad
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