La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), el único banco central no nacionalizado de las grandes economías occidentales, subió por octava vez en los últimos tres años sus tipos de interés hasta situarlos en el 2%, que es el nivel precrisis, y parece que podría realizar hasta una subida más en lo que queda de año y tres más el año que viene. La lectura de las actas de las reuniones de la FED y las encuestas que la misma hace parecen pronosticar que para el 2021 los tipos podrían estar en el 3,4%. El BCE los mantiene ahora mismo y desde 2016 en el 0%, en el momento de estallar la crisis (septiembre del 2008) los mantenía en el 4,25%.

Los últimos datos de inflación son del 2,7% en los Estados Unidos y del 2,1% en la Zona Euro, por lo que los tipos reales serían del -0,7% en los Estados Unidos y del -2,1% en la Zona Euro. Así las cosas, el dólar debería apreciarse en los próximos trimestres frente al euro, lo que podría favorecer las balanzas comerciales y de servicios de los países europeos que utilizan esta última moneda en un primer momento y la inflación, posteriormente. Pero, probablemente, a usted lo que le preocupa es como podría afectar esto a su bolsillo particular.

Comencemos por las hipotecas. El tipo de intervención del BCE influye mucho en los tipos de referencia que se utilizan para aquellas que se constituyen a tipo variable. Este mes de septiembre ha cerrado el Euribor a 1 año en el -0,167%, así que por primera vez desde 2011 los que revisen el coste de financiación de su préstamo hipotecario experimenten una subida, aunque sea mínima (+0,001%). El problema es a partir de ahora porque parece que el BCE deberá seguir la senda marcada por la FED.

Las economías no crecen por el consumo, como gustan decir  las autoridades, sino por el ahorro

Así, cada subida de un 1% encarecerá en un 13% las hipotecas a 25 años, en un 10% las hipotecas a 20 años y en un 8% las hipotecas a 15 años. Cuando decimos encarecer nos referimos al importe del recibo mensual que el deudor debe afrontar. No es una broma: los tipos al 3% podrían pues suponer una subida de hasta el 40% en el importe mensual que un deudor hipotecario debe afrontar. Eso sí que es una subida, dada la importancia que dicho pago puede llegar a tener en una economía doméstica, aunque la verdad es que el mercado cotiza, para el euro, el Swap a cinco años en el 0,291% o, lo que es lo mismo, no espera que en los próximos cinco años los tipos anuales en media superen ese umbral. Una subida fuerte de la carga financiera de las familias podría, por otro lado, aumentar una morosidad que recientemente puso en dificultades a los bancos europeos. Así que, para evitar este frente, el BCE puede preferir no subir tanto como debiera, aunque la inflación se le escape un poco.

Europa está en una trampa. Los tipos son anormalmente bajos y están destruyendo las bases del ahorro que no dejan de ser las del crecimiento. Las economías no crecen por el consumo, como gusta decir a las autoridades, sino por el ahorro, como el carácter no se fortalece en el capricho, sino en la austeridad. ¿Quién va a renunciar a consumir hoy si no va a poder consumir más mañana? Y mayor consumo mañana es crecimiento. Ese es el mensaje que envían los tipos negativos o bajos a las economías domésticas.

Una subida de los tipos del 1% costaría a España alrededor de 11.600 millones de euros anuales

Sin embargo, la subida de tipos es muy perjudicial para las cuentas públicas de los estados que están muy fuertemente endeudados. Una subida de los tipos del 1% costaría a España alrededor de 11.600 millones de euros anuales, casi un 40% más de lo se está pagando ahora mismo o cerca del 80% de los salarios de los funcionarios del Estado, igualmente en un año. Imagínense el recorte que habría que meter en otras partidas de gasto público para afrontar la subida en la factura de intereses al Estado. Los políticos europeos presionarán en Frankfurt para que tampoco se nos pongan estupendos los del BCE con el tema de la inflación y esas zarandajas técnicas del ahorro y del crecimiento.

En conclusión, parece que Europa preferirá el opio de los bajos tipos, negativos en términos reales, con sus consecuencias de bajo crecimiento por falta de ahorro y de inflación. Inflación que, aunque baja, a ritmos del 2-3% irá empobreciendo a su población poco a poco. Al fin y al cabo, a una población envejecida el futuro no le preocupa mucho y lo que quiere son pensiones, no trabajo.